viernes, 4 de enero de 2013

Hacer crecer el desierto

Al Dahra es una multinacional de los Emiratos Árabes Unidos creada en 1995 que destina parte de las rentas derivadas del petróleo a la agricultura y la ganadería. Tiene filiales en Egipto, Namibia, Pakistán, Sudán y los Estados Unidos. Al Dahra abastece de productos agroalimentarios los países del Golfo Pérsico y por razones climáticas y geológicas obvias, la multinacional desarrolla sus actividades fuera de la península arábiga. También en España, donde está presente en el valle del Ebro y más recientemente en Lleida, donde acaba de hacerse con el líder forrajero del estado, Gaset. Gracias a ello Al Dahra cuenta con una posición de control en el mercado forrajero ibérico, si bien lo que ella hace es exportar ese forraje a Oriente Medio a través del Puerto de Barcelona.

El triunfo de la globalización ha creado toda clase de vínculos entre empresas y personas. Para ello han sido precisas tres décadas de educación de las élites políticas de cada país para que éstas abandonaran las políticas proteccionistas sobre muchas de sus actividades (no todas), permitiendo de ese modo el libre flujo de capitales. 

Dicho esto, hay dos maneras de estar en el mundo. Suministrando talento o dilapidando recursos. El talento suele encontrarse -no siempre- en las grandes aglomeraciones urbanas. Ocurre, por ejemplo, con Qatar y Barcelona. Es el talento lo que lleva a esta monarquía -y a sus ramificaciones- a interesarse por el F.C. Barcelona. Una socióloga, Saskia Sassen, ha descrito cómo las ciudades globales se especializan. Chicago, en derivados financieros; Madrid, en los negocios con Latinoamérica; Barcelona, que fue industrial pero con una importante tradición cultural, vende ahora un modelo mixto en el que casan la cultura, el turismo, la gastronomía, el Barça...

El talento es un recurso inagotable. Puede fabricarse con tiempo y paciencia. Los recursos naturales no lo son. De ese modo, China compra tierras en Zambia; Noruega en Argentina; Arabia Saudí, Suecia y Corea del Sur en Sudán. Para cultivar, para controlarlas en el futuro, para alimentar a su ganado. De momento, la tierra y el agua no valen tanto como el petróleo. Pero todo llegará.

Catalunya no es un país extenso. Es un país de agua escasa y una agricultura en tránsito a un modelo más sostenible. Hay incluso un debate abierto sobre cuál debe ser el destino del Segarra-Garrigues. La entrada de Al Dahra es perfectamente legítima, pero nos coloca en una situación paradójica. ¿En qué liga quiere jugar Catalunya? ¿En la del talento, o en la otra?

Este país hizo en el siglo XIX una revolución industrial con escasos recursos. Poca agua, menos hierro, carbón malo. Pero le aplicó talento a la organización y comercialización de los productos. Sería una lástima que ahora, aprendida aquella lección, dilapidáramos los pocos recursos naturales que nos quedan.

Leer más: http://www.lavanguardia.com/opinion/articulos/20130105/54358827483/ramon-aymerich-hacer-crecer-el-desierto.html#ixzz2H5H41jEZ
Síguenos en: https://twitter.com/@LaVanguardia | http://facebook.com/LaVanguardia

No hay comentarios:

Publicar un comentario