miércoles, 30 de diciembre de 2015

Feliz Año 2016







Un nuevo año es el nuevo comienzo y mil momentos 

que festejar, que se cristalice cada noble afán de tu

 corazón!

lunes, 28 de diciembre de 2015

España sigue en el pozo económico y social

Realizar un balance del año, o casi de la legislatura, resulta fácil si nos creyéramos las consignas del establisment político y económico, pero bastante más trabajado y complejo si queremos ser honestos y rigurosos. El mensaje triunfante con el que se ha presentado a las elecciones la coalición PP-Poder Económico (IBEX 35)-Monarquía es que España ya ha salido de la recesión, crece más que ninguna economía de la UE, ha creado 1 millón de empleos en la legislatura y  ha salvado a España del rescate a la portuguesa o a la griega.
Este análisis falaz, construido simplemente por datos puntuales, en un momento del tiempo y sin reflejar una senda temporal completa y comparable, solo sirve para las soflamas en los mítines o para que medios de comunicación en manos del sector financiero se desgañiten los sábados por la noche ejerciendo de doctores en economía, con el beneplácito de las cadenas mayoritarias. La realidad económica y social es manifiestamente peor, de ahí los resultados electorales y las dificultades que tiene el discurso oficial para calar entre la población, tanto formada, como la no formada en esta materia.
A grandes rasgos, la economía española está hoy peor, o similar, que estaba en 2011 en muchos parámetros económicos y sociales, y por supuesto infinitamente peor que estaba en 2007, inicio de todos los males para algunos. Por tanto, la primera premisa de la que hay que partir es que no se trata de volver a los guarismos de 2007, por más que fluyese el dinero de forma rápida y caprichosa, sino cambiar de raíz las causas por las que España está hoy a la cola en muchos registros básicos: I+D, igualdad, empleo digno, cobertura de dependencia, lucha contra la pobreza, modelo de crecimiento sostenible, etc.
Las cifras más importantes son tozudas. Hoy hay menos ocupados que en 2011, según la última EPA, 104.000, menos afiliados a la Seguridad Social, 8.455, y también menos parados: 427.500. Menos parados, fruto no de la creación masiva de empleo, sino de la salida de muchos activos del mercado laboral, fundamentalmente a la emigración. Es decir, la economía española, a pesar de que coyunturalmente crea empleo barato y temporal, expulsa una parte no desdeñable de capital humano formado, más de 540.000, que satisface las necesidades de otros países comunitarios y no comunitarios, donde les pagan mejores salarios y les facilitan carreras profesionales, especialmente en el sector de la investigación biomédica. Los que se quedan aquí tienen que sufrir contratos ridículos, hasta de 8 minutos en el sector de limpieza, salarios abusivos y condiciones laborales que empiezan a rozar situaciones de semiesclavitud, siempre bajo el paraguas de una inspección de trabajo ajena y muy menguada en términos de efectivos.
Si en algo se notan los efectos de la legislación laboral y las políticas regresivas es en aquellos hogares sin ingresos y parados de larga duración. Aquí el fracaso es palmario. Hay casi 2,16 millones de personas paradas con una antigüedad superior a 2 años, unos  725.000 más que al principio de la legislatura. Cierto es que esta variable siempre va con retraso respecto al ciclo, pero la lentitud con la que se está empezando a corregir, no invita a pensar en una mejoría a medio plazo. Esto explica por qué más de 700.000 hogares no tienen ingresos, fundamentalmente hogares monoparentales con hijos a cargo, lo que significa un riesgo de exclusión muy grande para muchas mujeres y niños.
Con todo esto, la tasa de paro apenas ha bajado 1,4 puntos porcentuales al final de 2015, situándose en el 21,2%, sin contar el subempleo, es decir aquellas personas que desearían trabajar más horas que se contabilizan como ocupadas, frente a otras estadísticas que las situarían entre un concepto más amplio de desempleo. La pregunta es clave: qué empleo se ha creado y si éste tiene futuro. La respuesta es sencilla: el neto de la legislatura es las destrucción de más de 400.000 empleos a tiempo completo y la creación de más de 268 mil empleos a tiempo parcial, lo que ha elevado la tasa de parcialidad hasta el 15% y la de temporalidad al 26,1%.
Hay colectivos que, además, siguen en situación crítica. Uno es el de discapacitados, cuya tasa de paro y actividad sigue reflejando un completo abandono por parte de las instituciones y la sociedad. Los que somos miembros de un Centro Especial de Empleo sabemos las dificultades que pasamos, gracias a la lentitud en el pago por parte de las Comunidades Autónomas, particularmente Andalucía. Pero también las personas que dejan su vida por la investigación en medicina y otras profesiones afines. El maltrato administrativo, salarial y de reconocimiento público obliga a muchas de ellas a lanzarse a la aventura de emigrar, llevándose proyectos, patentes e ilusiones que aquí jamás podrán culminar. También aquí hablo por experiencia propia. En la lucha contra el Alzheimer se nota la falta de proyecto de país que tienen las instituciones financieras y otros centros que podrían apoyar y financiar la investigación básica.
Si el empleo es escaso y poco atractivo, los salarios que se pagan son cada día son menores, con el aplauso de los adalides de la flexibilidad y competitividad. Cierto es que ahora las empresas españolas salen algo más al exterior, por falta de demanda interna, pero aquellas que exportan por sistema, pagan salarios superiores a la media, por lo que no parece un elemento decisivo a la hora de exportar. La devaluación interna es la base de la acumulación del capital para desmantelar las relaciones laborales y dejar sin contenido la negociación colectiva. Esa es otra señal de retroceso en materia laboral que poca gente analiza, y desgraciadamente ha llegado para quedarse. En estos 4 años, la reducción en riqueza nacional ha alcanzado los 40.000 millones de euros.
El escenario de crecimiento, por tanto, es débil y basado en factores eminentemente exógenos. Nos llega la ola del petróleo barato, de tipos anormalmente bajos y de una corriente extra de turismo que nos permite sobrevivir, eso sí, en condiciones cada vez más precarias. No hay que olvidar que todavía estamos un 25% por debajo del crecimiento de 2011, es decir, solo nos estamos acercando a dicha meta, mientras que el resto de países de nuestro entorno ya lo alcanzó, e incluso superó. Por ello, la comparación del flujo de crecimiento no es muy adecuada en este sentido.
Pero en lo esencial, apenas hemos salido del pozo. No hay ningún cambio de patrón de crecimiento; la pobreza sigue creciendo y la desigualdad también. La fortaleza de las empresas punteras se debilita, siempre que no está el BOE para echar una mano, y algunas, como Abengoa, pagan la nefasta política empresarial de los años de la burbuja inmobiliaria y obra civil. También aquellos sectores con futuro, como las renovable, pagan los excesos de una burbuja y el daño regulatorio que lamentablemente no se acaba de superar. Tampoco aparece un nuevo modelo energético que sustituya, de una vez, al obsoleto mercado de energías fósiles, gracias al poder del oligopolio reinante, reducto de los políticos que se jubilan. Esto está propiciando que numerosas empresas solventes se tengan que ir de España buscando un marco regulatorio y de mercado más amable y sobre todo menos dañino económicamente hablando.     
El verdadero meollo está en el volumen de deuda acumulada bajo los ejecutivos de Zapatero yRajoy, que han seguido vasos comunicantes. La parte privada que generó Zapatero se ha convertido, en gran parte, en deuda pública, que alcanza ya el 100% del PIB, y que es una espada de Damocles que pende sobre la economía española. Familias y empresas, en gran parte, tienen enormes dificultades para poder repagar dicha deuda, lo que sigue presionando al sector financiero hacia un escenario nada boyante, a pesar de la propaganda. La función del BCE seguirá siendo comprar mucha deuda basura para aplacar los ánimos de los acreedores que no están dispuestos a perder ni un solo euro.
Para todos estos cambios se necesitarían instituciones públicas solventes, una sociedad civil muy fuerte y unos partidos políticos que buscasen el bien común. Como estamos cerca de la epifanía, todo esto suena a música celestial y a eslogan postelectoral. Nada de esto tiene España y no tiene visos de tenerlo a medio plazo. Los partidos emergentes son meros parches sustitutivos imperfectos de los grandes, y estilan modos y formas muy similares, aunque el discurso sea algo más fresco. La incapacidad para tener empatía real, y no un mero tacticismo electoral, incapacita a los nuevos gestores para poder acometer todos estos frentes, y los que se me quedan fuera. Tenemos un país enfermo, grave en muchos aspectos, y una UVI sin recursos para solucionarlos. Pero sobre todos tenemos un problema moral, de calidad humana, de instituciones y de marco europeo y mundial que nos condena a soportar esta realidad como única salida. Parafraseando a Podemos, el SÍ SE PUEDE, tiene que ser algo más que un eslogan.
fuentes:  http://www.cuartopoder.es/tribuna/2015/12/27/espana-sigue-en-el-pozo-economico-y-social/7995

Falta realismo ante el problema económico

Durante el franquismo la gente escuchaba Radio Pirenaica o aprovechaba las salidas al extranjero para ver qué decía la prensa internacional de España, sometida a una dictadura que impedía que aquí hubiese libertad de expresión. Ahora la hay, pero no por ello deja de ser conveniente a veces leer lo que se dice fuera sobre España, especialmente sobre su economía.

Mientras que el debate en España gira estos días sobre todas las maravillas que pretenden hacer quienes aspiran a formar gobierno, desde fuera lanzan mensajes que para nada concuerdan con la euforia política española. Es algo en lo que coinciden tanto instituciones como la Comisión Europea, que alerta sobre el desvío en el objetivo de déficit público, como influyentes medios de comunicación, entre ellos The Wall Street Journal, el periódico de referencia en Wall Street.

Hay algo que desde fuera se ve que aquí parece que no queremos admitir. Por un lado, se ignora que las compras de bonos por parte del Banco Central Europeo no serán eternas, como advierte The Wall Street Journal, y, por otro, se da por hecho que el bajo precio del petróleo no es coyuntural. Luis María Linde, gobernador del Banco de España, parece el único dirigente español abonado al realismo, cuando aboga por adoptar medidas si se confirma el desvío en el objetivo del déficit.

Sería maravilloso que hacer reformas y ajustes fuese una elección ideológica, con buenos y malos, y no una obligación, pero dentro del euro España está sujeta a una disciplina que no entiende de colores políticos. Es evidente que aquí se ha recortado a granel, sin distinguir entre gasto productivo e improductivo, pero también lo es que esta crisis no ha servido para dotar España de un nuevo modelo económico. O al menos de unas bases en que amparar la sustitución del ladrillo por alguna actividad menos especulativa. El tortuoso proceso para la formación de gobierno, lejos de asumir esta realidad, también la elude. Ni desde la derecha ni desde la izquierda se le quiere decir la verdad a la gente: el ajuste no se ha terminado, salvo que España decidiese salir del euro, lo cual tampoco nadie plantea.

Todos sabemos a estas alturas lo que dicen que quieren hacer los partidos con opciones de formar gobierno, en cambio ya sabemos menos de cuál es su modelo económico para España.

¿Se trata de volver a la construcción? ¿Acaso de no hacer nada y de seguir confiando en un petróleo barato y en la compra masiva de bonos? ¿Quizás de construir un falso imaginario colectivo como han hecho algunos gobernantes populistas en América Latina?

Los graves problemas de España, el paro, la desigualdad, la pobreza, los recortes sociales…, no se van a resolver por decreto, sino creando más riqueza y repartiéndola de manera justa; es decir, produciendo más y mejor, con valor añadido suficiente para ser competitivos en la economía globalizada. ¿Por qué no hablan de esto quienes quieren gobernar? ¿Por qué tampoco lo hicieron durante la campaña electoral?

Otros países han salido de la crisis porque tienen un modelo económico claro. Estados Unidos, por ejemplo, supo hacer los deberes, saneando su banca y sus empresas, al tiempo que desarrollaba una maquinaria tecnológica. Apenas tiene paro y afianza su liderazgo mundial. Otros países, como Alemania, no han ido tan lejos, pero ellos no se hicieron ricos colocando ladrillos sino ensamblando -con excepciones- coches de prestigio en todo el mundo.
fuentes: http://www.laregion.es/opinion/jose-luis-gomez/falta-realismo-problema-economico/20151227144448589968.html

Renovación urgente

Los españoles reclaman un nuevo sistema político más transparente, que sea capaz de solucionar el problema del desempleo y acabe de una vez por todas con la corrupción


Han pasado apenas 40 años desde la muerte de Franco y las instituciones creadas para recuperar e impulsar la democracia en España presentan achaques. La corrupción rampante, iniciada en los ochenta y los noventa, unida a la crisis económica de 2008, desencadenaron una enorme avalancha de desafección hacia la política y los políticos. Los ciudadanos reclaman (o exigen) un cambio radical en la forma de hacer política, de administrar Justicia, de elegir a sus representantes y de distribuir de forma más justa el dinero de los impuestos.
Las acampadas del 15-M no fueron más que un aviso de la indignación de los españoles ante la forma de afrontar la crisis política, económica y social. No se trataba solo de protestar contra la pobreza y la desigualdad; la insatisfacción era mucho más profunda, como se ha ido poniendo de manifiesto en las citas electorales de los últimos dos años. Los españoles quieren un cambio en las instituciones que nos representan y seguirán dando la espalda a los partidos que no les ofrezcan soluciones.
El 2 de junio de 2014, el Rey Juan Carlos anunciaba por sorpresa queabdicaba la Corona en su hijo Felipe. Fue una decisión meditada y preparada al detalle (lo digo con conocimiento de causa, porque participé durante cuatro meses en el equipo que diseñó el plan), y que consiguió renovar la imagen que la Monarquía española, duramente castigada por el caso Noós y por los errores del anterior titular. Un Rey que se dio cuenta de que su enorme legado en la construcción de la democracia en España podía ponerse en peligro si no afrontaba una renovación urgente.
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Lo mismo sucede con algunos de los pilares democráticos en España. El resultado de las elecciones del pasado domingo demuestra que los ciudadanos no se conforman con los turnos en el Gobierno entre los dos partidos mayoritarios, PP y PSOE. Hasta ahora, las elecciones generales arrojaban dos tipos de resultados: continuidad o cambio, dentro del bipartidismo. Esta vez, los electores han pedido una cierta ruptura con el sistema.
Los ciudadanos reclaman un cambio radical en la forma de hacer política, de administrar Justicia, de elegir a sus representantes y de distribuir el dinero de los impuestos.
¿Qué piden los españoles? Según las encuestas, reclaman un nuevo sistema político más transparente, que sea capaz de solucionar el problema del desempleo, que acabe de una vez por todas con la corrupción, y que vuelva a convertir a los políticos en la solución en vez de en el problema.
Para dar respuesta a estas reclamaciones es imprescindible cambiar el paso a los partidos políticos. El resultado del 20-D, además de poner muy difícil la gobernabilidad en España, lanza un mensaje claro: es la hora del diálogo y de afrontar unos cambios que, si no los hacen los partidos tradicionales, los harán los emergentes.
Las reformas institucionales más urgentes estaban en los programas de unos y otros partidos políticos:
1. Reformar la Ley Electoral para buscar una mayor proporcionalidad y acercar a los candidatos a sus votantes.
2. Recuperar la independencia del Poder Judicial y de otros órganos jurisdiccionales, sometidos durante años a la politización de los partidos más consolidados.
3. Racionalizar y clarificar el papel de la Administración central, las comunidades autónomas y los Ayuntamientos en la gestión de lo público.
4. Establecer unos límites claros en los recortes públicos al Estado del bienestar en materia de sanidad, educación, seguridad social, servicios sociales, prestaciones por desempleo…
Estas cuatro reformas serían la base para ese auténtico cambio institucional que reclaman los españoles y que solo se podría sacar adelante con grandes pactos de Estado. Y, por supuesto, el cambio requiere una reforma de la Constitución de 1978, que ha traído la mayor etapa de libertad y prosperidad en la historia de España, pero que merece la pena ser reformada para que dure muchas décadas.
fuentes:  http://politica.elpais.com/politica/2015/12/23/actualidad/1450879227_012949.html

El PSOE, en el vía crucis de los pactos

Sánchez, entre la espada y la pared, busca negociar con Podemos, pero excluyendo el referéndum en Cataluña que ha soliviantado a los barones


El resultado de las elecciones del pasado domingo ha colocado al PSOE en una incómoda posición, pues si bien todos en el partido están de acuerdo en que no cabe respaldar la investidura de Mariano Rajoy, la alternativa de buscar una mayoría que sustente un gobierno "de cambio" -como defiende su líder, Pedro Sánchez, en caso de que el PP fracase en el intento- inquieta, y mucho, a los barones socialistas.
Esto es así porque Podemos, la fuerza que habría de ser el primer y más nutrido aliado del PSOE, ha puesto como condición para llegar a acuerdos la celebración de un referéndum soberanista en Cataluña.
El partido morado hace otras exigencias a los socialistas. Así, una "ley de emergencia social" que acabe con los desahucios y saque de la pobreza energética a las familias con menos recursos, y el fin de las llamadas "puertas giratorias" en política. Y al menos la primera de ellas la considera más "urgente" que el ejercicio del derecho a decidir, que, así y todo, sigue juzgando "imprescindible.
Sin embargo, es el debate sobre esta última "línea roja" el que está tensando la cuerda socialista, pues con él Podemos aprovecha para atacar astutamente el liderazgo de Sánchez y desgastar al PSOE, cuyo espacio electoral aspira a ocupar.
Pablo Iglesias es perfectamente consciente de que los barones -con la andaluza Susana Díaz a la cabeza- se oponen frontalmente al referéndum catalán, y sabe asimismo que, aunque Sánchez tampoco lo quiera, intentará negociar con él y convencerle de que ceda en esa pretensión y abrace su propuesta de reforma de la Constitución para convertir a España en un Estado federal.
El problema es que algunos barones ven tan peligroso el acercamiento a Podemos -y tan volátil y heterogénea la mayoría en que podría traducirse la ambición de Sánchez de presidir ese gobierno "de cambio"- que ya han advertido que prefieren que el PSOE continúe en la oposición.
Pues no se trata sólo de que 27 de los 69 diputados de Podemos pertenezcan a sus tres marcas territoriales -cada una de ellas conformada, a su vez, por varios partidos-, sino de que para alcanzar los 176 escaños que marcan la mayoría absoluta en el Congreso sería preciso también sumar las actas de IU (2), CC (1), PNV (6) y, lo que es peor, los 8 de Democràcia y Llibertat (DiL) o los 9 de ERC, partidos independentistas.
La andaluza Susana Díaz, el extremeño Guillermo Fernández-Vara, el castellano-manchego Emiliano García-Page o el asturiano Javier Fernández no ven nada clara esta operación. Hoy mantendrán una reunión informal con Sánchez para consensuar la propuesta de pactos que saldrá del comité federal del lunes. Y este simple hecho es ya indicativo de la tensión que se vive en las filas socialistas desde el 20-D.
Algunos, como el extremeño Fernández-Vara, se han quejado de que Sánchez no haya hecho autocrítica por los resultados, que, con ser mejores que los augurados, suponen la pérdida de 20 diputados respecto a 2011.
Otro motivo de tensión entre el secretario general y los líderes de algunas federaciones socialistas puede ser la firmeza con que el pasado miércoles, después de decir "no" a Rajoy en la Moncloa, Sánchez afirmó que la política de pactos es de su exclusiva competencia. El jueves, Díaz tuvo que recordarle que "la política de alianzas se decide en el comité federal del partido".
Estas tensiones no redundan sino en beneficio de Podemos, porque, si el PP sigue gobernando, la culpa no será suya, sino de los socialistas; además, ellos y Ciudadanos (C's), como fuerzas emergentes, serían los que saldrían menos perjudicados si hubiera que celebrar, de nuevo, elecciones en mayo. Y todo el terreno que el PSOE se deje comer, por su incómoda posición, será para quienes aspiran a sucederle en el espacio socialdemócrata.
fuentes:  http://www.lne.es/espana/2015/12/27/psoe-via-crucis-pactos/1860868.html

Elecciones españolas: ¿cambio o caos?

POR: JUAN ANTONIO SANZ PERIODISTA ESPECIALIZADO EN INFORMACIÓN INTERNACIONAL, ANALISTA Y COMUNICADOR JASANZRUS@HOTMAIL.COM | 27/12/2015 | ED. IMP.
Las elecciones generales celebradas el pasado 20 de diciembre en España han convertido el panorama político de este país en un auténtico polvorín. La falta de mayoría absoluta de ninguna de las fuerzas contendientes y las brechas ideológicas existentes colocan a esta nación en una inestable posición que puede derivar en un cambio político que la aleje del bipartidismo de las últimas décadas o en una peligrosa ingobernabilidad que desemboque en nuevas elecciones en 2016.

En un Legislativo con 350 escaños, dominado en los últimos cuatro años por el conservador Partido Popular, los 123 diputados obtenidos por esta fuerza quedan muy lejos de los 176 necesarios para gobernar con mayoría absoluta y mucho más de los 186 que el PP obtuvo en 2011. Este desplome de la derecha gobernante ha tenido su reflejo en la principal formación de la oposición, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), que en estas elecciones consiguió solo 90 escaños, el peor de sus resultados en unos comicios generales. 

La contrapartida la ha ofrecido la joven fuerza de izquierdas Podemos, que inaugura su presencia en el Congreso de los Diputados (Cámara Baja) con 69 legisladores. La otra gran formación con mayor presencia parlamentaria es el partido centrista Ciudadanos, que obtuvo 40 escaños. Un resultado un tanto decepcionante, pues en los últimos meses se le había visto como el eventual sucesor del PP en un teatro político alternativo al binomio PP-PSOE.

¿Cuál es la razón del colapso del bipartidismo en España y de la caída en picada del apoyo al Partido Popular? Son muchas y la mayor parte tienen que ver con la crisis económica, que ya se manifestó con fuerza en los últimos años del anterior Gobierno del PSOE y que estalló con el PP, con Mariano Rajoy como jefe del Ejecutivo.

Los últimos cuatro años se vieron marcados en España por una ofensiva ultraconservadora para atajar la crisis, muy acorde con los parámetros trazados en Europa por la canciller alemana, Angela Merkel. El resultado fue una austeridad extrema que rebajó las condiciones económicas, laborales y sociales de los españoles. La reforma laboral de Rajoy abarató el despido y disparó el desempleo, aunque después lo redujo ligeramente devaluando los salarios, aumentando los contratos a tiempo parcial e instituyendo la precariedad en los empleos existentes. 

Con el PP, la deuda pública española creció desmesuradamente, de forma que los compromisos actuales superan el 99.3 por ciento del PIB, con más de un billón de euros. El déficit público ha impedido asimismo que España cumpliera sus compromisos con la Unión Europea, especialmente después de que el Gobierno de Rajoy pusiera como prioridad la ayuda a la banca en crisis, que se llevó más de 50.000 millones de euros de dinero público. España cerrará 2015 con el segundo mayor déficit de la Unión Europea, detrás de Grecia.

La austeridad del Gobierno del Partido Popular se cebó especialmente en la sanidad y la educación, con más de 20.000 millones de ahorro en estos sectores y la brutal caída en la calidad de sus servicios, principal caballo de batalla de los partidos emergentes que reclaman el fin de este “austericidio”, como se ha venido a llamar la política económica del PP. 

El efecto de los recortes ha sido el incremento de la desigualdad, que ha hecho de España uno de los lugares de Europa donde es mayor la diferencia entre ricos y pobres. Subía el número de millonarios al tiempo que se disparaba el número de personas pobres o al borde de la miseria. Uno de cada tres niños está en riesgo de pobreza en España y hay 13 millones de personas en riesgo de caer en esa pobreza o en la exclusión social, es decir un 27.3 por ciento de la población española. 

Con tales datos, no es extraño el terremoto del pasado 20 de diciembre en el escenario político español, con la subida de un partido de izquierda radical como Podemos y una amplia apuesta por el cambio que se está convirtiendo en una auténtica pesadilla para los partidos tradicionales, el PP y el PSOE.

Este maremágnum, que apunta más al caos político que al acuerdo, debería dilucidarse en las próximas semanas. Todos los partidos se oponen con la boca grande a la celebración de nuevos comicios, pero con la boca chica todos temen que esa posibilidad se convierta en enero en una certeza de no lograr ninguno de los aspirantes a la presidencia del Gobierno el suficiente apoyo parlamentario. Si así fuera, el próximo marzo, el rey Felipe VI debería convocar nuevas elecciones, con un pronóstico que no aventuran ni los más valientes analistas.
fuentes: http://opinion.com.bo/opinion/articulos/2015/1227/noticias.php?id=179253

sábado, 27 de junio de 2015

Viernes sangriento

De nuevo el yihadismo tiñó ayer de sangre varios países —de tres continentes— en un viernes de Ramadán, jornada especial para millones de musulmanes; no así para los que se autoproclamanguardianes del Islam mientras se jactan de su desprecio por la vida humana. Los atentados cometidos en Túnez, Francia y Kuwait, aunque diferentes cada uno en sus métodos, tienen el común denominador de haber sido inspirados o cometidos por el salvajismo yihadista, que proclamó hace un año el llamado califatoy que demuestra una vez más que nadie, en ningún lugar del mundo, está a salvo de esta amenaza fanática.
El atentado contra un hotel de propiedad española en Túnez muestra la cobardía de quienes en sus vídeos y revistas se definen como guerreros y luego disparan impunemente contra decenas de personas en bañador que toman el sol en una playa. O contra los visitantes de un museo, como hicieron el pasado marzo, también en Túnez. El país norteafricano, musulmán y en proceso de afianzamiento democrático, se ha convertido en objetivo prioritario del radicalismo, que no puede soportar el progreso de una sociedad que ha abrazado la modernidad sin renunciar al islam.
Es fundamental que el Gobierno y la sociedad tunecina sientan el respaldo real, y no solo lo que se expresa con declaraciones, de la comunidad democrática internacional. Especialmente ahora, cuando el turismo —fuente fundamental de ingresos y puestos de trabajo— se verá irremisiblemente afectado.
Pocas horas antes los yihadistas habían tratado de causar una catástrofe en Lyon al intentar provocar una explosión en una planta de gases industriales. Uno de los terroristas entró en las instalaciones con una bandera del Estado Islámico (EI). Previamente habían decapitado a un hombre. De nuevo aquí se repite un patrón con el que se pretende aterrorizar a las sociedades occidentales: el máximo daño posible indiscriminado —que afortunadamente no se ha producido en Lyon al no estallar la planta— junto a la máxima crueldad, en forma de decapitación, un método del que el EI ha hecho una de sus señas de identidad y que causa particular repugnancia.
La matanza perpetrada en una mezquita en Kuwait constata que la furia yihadista, aunque lo proclame, no se basa en una lucha entre musulmanes y el resto del mundo. Los asesinos que se escudan tras la religión mataron —de nuevo indiscriminadamente— a un grupo de personas indefensas cuando se encontraban orando precisamente en una mezquita. Una prueba más de que la charlatanería con la que el Estado Islámico engatusa a sus nuevos adeptos no es más que una mentira incongruente.
La guerra que el yihadismo ha declarado a la comunidad global obliga a las sociedades a estar en máxima alerta “para proteger nuestros valores y nunca ceder al miedo”, como dijo ayer el presidente francés, François Hollande. Y, en paralelo, a que las autoridades tomen todas las medidas necesarias —el Gobierno español elevó ayer la alerta al nivel máximo desde el 11-M y convocó el pacto antiterrorista— para proteger a sus ciudadanos.
fuentes http://elpais.com/elpais/2015/06/26/opinion/1435336380_692759.html

La estrategia del miedo

Los ataques directos contra la población están presentes en la práctica totalidad de las guerras civiles, convertidas en escenarios idóneos para los atentados terroristas indiscriminados y la limpieza étnica. Tradicionalmente, estas agresiones se han justificado por la contribución de la población al esfuerzo bélico y por la utilización que los movimientos insurgentes hacen de los civiles para confundirse entre ellos y sobrevivir a su costa. Sin embargo, hoy el agresor busca principalmente condicionar la opinión de los ciudadanos para que ejerzan una presión insuperable sobre sus dirigentes políticos. Dicho de otro modo, en los conflictos armados actuales los civiles siguen siendo un objetivo preferente, más por su capacidad de influencia política que por su apoyo efectivo a las operaciones. Así lo entendieron los serbios cuando emprendieron una limpieza étnica generalizada en Kosovo y así lo entiende en la actualidad el Estado Islámico (Daesh).
El Estado Islámico aplica una estrategia de victimización de civiles consistente en atacar a la población no combatiente mediante acciones planificadas sistemáticamente y sostenidas en el tiempo para conseguir objetivos políticos. Se trata, por lo tanto, de una decisión política que nada tiene que ver con los llamados daños colaterales o con ataques descoordinados y aleatorios realizados por fuerzas descontroladas. En este sentido, la victimización no es un impulso irracional, sino una decisión adoptada con la finalidad de conquistar y controlar un territorio. Una forma de violencia tan impopular y contraria al más elemental sentido ético sólo es factible por la conjunción de tres condiciones básicas: visión perversa del enemigo, despreocupación por la legalidad internacional y beneficio estratégico.
La percepción subjetiva de una insuperable brecha cultural convierte a los adversarios del Estado Islámico en individuos infames a los que se debe castigar incluso con la muerte. La violencia en este caso tiene su origen en el desprecio, el resentimiento y la venganza, de ahí que la acompañen con sofisticadas formas de sufrimiento. En realidad se trata de un problema de identidad, puesto que la victimización es mucho más aceptable cuando se identifica al enemigo con una sociedad impía y cruel, demonizada por sus diferencias culturales y religiosas. Por eso el Estado Islámico necesita crear un modelo social de identidades antagónicas e incompatibles, distorsionando la realidad cuanto sea necesario.
Por otra parte, la descomposición instalada en Oriente Próximo ha contagiado entre la sociedad musulmana la añoranza por remotos tiempos de esplendor. En su versión más radical, los islamistas interpretan que su actual deterioro es consecuencia del dominio ejercido por el mundo occidental, rico y avanzado, pero también decadente y degenerado. Este razonamiento alimenta la pretensión de instaurar relaciones de poder, estructuras políticas y sistemas jurídicos propios del pasado y, en última instancia, fundamenta el absoluto desprecio del Estado Islámico por el derecho internacional humanitario.
La violencia en este caso tiene su origen en el desprecio, el resentimiento y la venganza, de ahí que la acompañen con sofisticadas formas de sufrimiento
La última condición es el supuesto beneficio estratégico que permitiría al Estado Islámico alcanzar sus objetivos políticos a un coste asumible. Una de las ventajas estratégicas consiste en doblegar la voluntad de la población mediante el terror, tanto en el territorio ocupado, para evitar cualquier atisbo de contestación social, como en el exterior, para anular el apoyo popular a sus enemigos y lograr la autocensura timorata de los medios de comunicación. La otra ventaja estratégica deriva del temor a enfrentarse a quienes no dudan en mutilar, esclavizar o asesinar. Un ejército atenazado por el miedo pierde su capacidad de combate y se convierte en un objetivo asequible, tal como se pudo comprobar en Mosul y Ramadi. Con estas conquistas aparentemente sencillas —son muchos los casos— el Estado Islámico quiere mostrar su pretendida superioridad sobre los infieles y sobre quienes no defienden sus postulados con su misma vehemencia. Sin embargo, para que el temor surja efecto en la población es imprescindible difundir las acciones violentas de la forma más descarnada posible, actividad en la que el Estado Islámico se ha aplicado concienzudamente.
En definitiva, la estrategia del Estado Islámico prevé el dominio de un área geográfica (el Califato) y la posterior expansión territorial. En estas circunstancias, sus dirigentes consideran que el control interno pasa por la desactivación —para el Estado Islámico , la limpieza— de los grupos sociales contrarios. El Estado Islámico pretende, además, crear un estado de ánimo de derrota por el miedo, de anulación de la oposición interna, de neutralización de la capacidad de combate de las fuerzas enemigas y, muy importante, de captación internacional de yihadistas. Piensan que los líderes occidentales son muy vulnerables a la opinión pública y que esta “debilidad”, bien explotada, les permitirá ganar su guerra. Por lo tanto, no pretenden sólo castigar a los infieles; buscan principalmente acortar la duración del conflicto y facilitar el control del territorio, reduciendo sus costes económicos y humanos, lo que en último término les ayuda a superar hipotéticos inhibidores morales —si es que los tienen— para matar y torturar civiles.
Por lo tanto, el terror implantado por el Estado Islámico se asienta en dos lógicas: la lógica del castigo, para acabar con el apoyo de la población al esfuerzo bélico, y la lógica del miedo, para minar la capacidad de combate del enemigo. Sin embargo, el castigo y el miedo no suelen producir los efectos buscados. De hecho, y obviando importantes consideraciones éticas, la victimización de los civiles se acabará revelando como una torpeza estratégica más de Abubaker al Bagdadi, porque la violencia gratuita, más que inefectiva, es contraproducente, fortalece la capacidad de resistencia de la población y desactiva cualquier opción de alianza exterior.
Francisco Rubio Damián es colaborador experto del Observatorio paz, Seguridad y Defensa de la Universidad de Zaragoza.
fuentes http://elpais.com/elpais/2015/06/26/opinion/1435323853_643389.html
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Rebeldes

Hace un par de semanas, una española alborotada se subió a los leones del monumento a Dante en la florentina plaza de la basílica de la Santa Cruz. Este asalto nocturno y etílico despertó la dolida protesta de algunos viandantes y de un diario local. A la mañana siguiente, una canadiense orinó en la cúpula de Santa Maria dei Fiori, ante las propias narices —y ojos— del guardia del lugar. Llovía sobre mojado, por decirlo así, pues poco antes unos estudiantes habían escrito sus nombres en la cúpula de Brunelleschi, para contribuir a inmortalizar su belleza.
A mí me parece normal, qué quieren. Ya estamos hartos de tanta reverencia a antiguallas fruto de tiranos y elitistas. Estos inconformistas que desafiaron las convenciones no lo hicieron llevados por otros valores, como los islamistas iconoclastas que van a cargarse las bellezas de Palmira porque están convencidos de que la única auténtica belleza es la sumisión ante Quien no tiene rostro ni imagen. Ellos han profanado sencillamente porque sí, porque les dio la gana, porque todo vale lo mismo y no es más venerable laGioconda que un grafiti cachondo.
La gracia no está en no respetar lo respetado, sino sobre todo en despreciar a quienes lo respetan. Es cuestión de libertad: los que garrapatean la obra de Brunelleschi o pitan el himno nacional ejercen la libertad de expresión, la que se sube a las barbas de Dante ejerce su libertad de funambulismo, la meona da rienda suelta a su libertad de micción, etcétera… Lo expresa más pedagógicamente la nueva presidenta del Parlamento navarro, que es educadora infantil y exhibe en la Red esta chapa: “Yo decido lo que me sale del coño”. Será derecho a decidir, pero conviene luego lavarse bien
fuentes http://elpais.com/elpais/2015/06/26/opinion/1435339771_181500.html

El mal Dios

Tras los atentados asistiremos hoy, entre otros espectáculos, a uno particularmente tóxico: el de ensalzar a las religiones, o sea el de alabar a Dios, para que entre las víctimas no haya daños colaterales en la comunidad islámica. Es una acción rutinaria que suele tener éxito. “Los violentos no son verdaderos gallegos”, decía Quintana, como si hubiese una raza superior que solo praticase amor. “No son vascos, son hijos de puta”, se cantaba para desligar a los etarras de lo que les llevaba a asesinar, que era el País Vasco. O “esto nada tiene que ver con el fútbol” porque aficionados de dos clubes de fútbol aprovechen un partido para apalizarse.
La tentación es aislar al violento, despojarlo de sus circunstancias y presentarlo en un iCloud junto a otros de su especie para salvar a las almas puras. Cuando Rajoy dice que la “lucha contra el terrorismo nada tiene que ver con las creencias religiosas”, emparenta con su antecesor Zapatero, que propuso la Alianza de Civilizaciones, o sea un pacto de dioses, o el arzobispo que después del asesinato de dos militares en Afganistán dijo que aquello “había enfadado a Dios”, cuando precisamente se hizo en su nombre.
Debe de ser tan extraño relacionar violencia y religiones que el primer impulso de los gobernantes es llevarse las manos a la cabeza y decir que esto no es cosa de creyentes, el colectivo más pacífico de la historia. Pero el Estado Islámico es una organización de gente que cree en Dios, y el deseo de ese Dios es ver a los infieles sin cabeza. La lucha contra el fanatismo es la lucha contra esa interpretación de la religión, como hay otras tantas interpretaciones que promueven el amor y la piedad, dos aspectos para los que también están dotados los ateos. A esas no hace falta combatirlas, pero tampoco conviene decir lo buenas que son. Porque no son buenas.
En atribuir las buenas acciones a la voluntad de Dios o hacerlas bajo su amparo, o convertir la conducta propia en una especie de transmisión divina según la cual es la religión la que te hace buena persona, hay algo de subterfugio moral, un salvoncoducto de consecuencia escandalosa: si no creyeses en Dios, ¿harías lo contrario? No, Dios no es bueno. Y sí, Dios está detrás del IS, y lo ha estado de la mayoría de horrores de la Historia, y al contrario de los biempensantes de hoy, cuando escucho religión veo violencia, desde la interpretación judeocristiana del Génesis, con un asesinato entre hermanos, hasta Alá en manos de los terroristas.
Un mundo sin Dios sería un mundo objetivamente mejor. Sería, para empezar, un mundo sin coartadas. Tanto para hacer el mal como para hacer el bien.
fuentes http://elpais.com/elpais/2015/06/26/opinion/1435341961_340196.html

Efecto sordera

“¡Que alguien haga algo, y que lo haga ya!”, exigió indignado Mariano Rajoy cuando el último naufragio en el Mediterráneo sembró de ahogados los telediarios. Fruto de esa llamada y de la de otros líderes europeos, la Comisión Europea se puso a trabajar para paliar la crisis migratoria originada por el encadenamiento de conflictos en África, Oriente Próximo y Asia. Como era lógico, esa política, además de luchar contra las redes criminales que trafican con personas, tenía que organizar la acogida de refugiados y repartirlos equitativamente entre los Estados miembros de la UE. Pero llegada la hora de la verdad la mayoría de los Gobiernos europeos se han plantado contra los planes de la Comisión y han exigido que la aceptación de refugiados sea voluntaria. Hablamos de una propuesta muy modesta, pues los 60.000 refugiados que la Comisión Europea ha puesto encima de la mesa constituyen una cifra ridícula si lo comparamos con el enorme esfuerzo que están haciendo vecinos mucho más pobres como Líbano, donde hay contabilizados 1.174.000 refugiados sirios, Jordania, donde hay 629.000, o Turquía, que ha acogido a 1.772.000.
Son muchos los que se oponen a arrimar el hombro, pero el caso de España es particularmente sangrante, pues a las declaraciones de Rajoy se han seguido una serie de medidas que van en sentido contrario de lo que el presidente exigió. El Gobierno, que a cada minuto presume en los foros internacionales del éxito de las reformas y de las cifras de crecimiento económico, tardó bien poco en ponerse sombrío y argumentar ante sus socios que las dramáticas cifras de paro en España no le permitían asumir su parte proporcional de refugiados. Por si fuera poco, en un país ya señalado internacionalmente por su cicatería a la hora de conceder solicitudes de asilo y por una política de devoluciones insostenibles jurídicamente, el ministro del Interior justificó su rechazo al plan de la Comisión Europea advirtiendo del peligroso efecto llamada que abrir cuotas de refugiados podría desencadenar. A la primera de cambio, España, que logró un asiento en el Consejo de Seguridad postulándose como un país solidario y responsable dispuesto a contribuir a solucionar los problemas globales, ha mirado en otra dirección. Ante el efecto llamada, efecto sordera. @jitorreblanca
fuentes http://elpais.com/elpais/2015/06/26/opinion/1435336204_271240.html
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Cuando la Santa Muerte acecha sonriente

Chilapa es un pequeño municipio perdido en las montañas de Guerrero, la zona de mayor producción de opio de América. Pueblo agrario, posee un zócalo amplio y fresco flanqueado por una iglesia en cuya fachada destaca la estatua de San Gregorio Taumaturgo. Los ojos del santo, no se sabe bien si por deformación del observador o genialidad del artista, miran con espanto lo que sucede a sus pies. En la localidad, arrasada por la guerra de cárteles, reina la muerte. Las desapariciones, torturas y mutilaciones forman parte de la vida diaria y han convertido el lugar en uno de los puntos negros de la geografía bárbara de México.
No es algo de lo que allí se hable en voz alta. Ni siquiera se menciona a los criminales por su nombre. Pero su presencia, palpitante y oscura, es constante. A la entrada del pueblo un tétrico cartel lo recuerda. En él, se alza la Santa Muerte. La esquelética figura, vestida de novia decimonónica, sonríe al visitante. La rodean tres pequeñas estatuas con guadaña. También sonríen.
El culto ofrece, como todos, amor y sabiduría, luz y conjuros, curaciones físicas y morales. Y si uno deposita una moneda, promete multiplicarla un millón de veces. Algunos vecinos de Chilapa dejan ante la imagen flores, otros algo de comida. En ese altar de carretera, como una atrofia del pasado, sobreviven gestos milenarios.
La muerte es próxima en México. Se la venera y festeja. Incluso se la come en figuras de azúcar y deliciosos bollos. La iconografía del Día de Difuntos ya es un tópico. Pero la Santa Muerte va más allá. Este culto, denostado por la Iglesia católica y que se vincula con todo tipo de prácticas malignas, va sumando adeptos cada día que pasa. En las cárceles y entre los sicarios, la superstición ha encontrado una legión de adoradores subterráneos. De norte a sur, los acólitos de la violencia marcan sus territorios con sus altares. Son los mojones de un poder siniestro frente al que los convoyes militares, como ante tantas otras cosas, pasan de largo. San Gregorio Taumaturgo lo sabe bien.
fuentes http://elpais.com/elpais/2015/06/26/opinion/1435336463_651222.html

Complots que son cosa de Alá

Así, como dice el título, lo afirma el llamado Estado Islámico (EI) en el más reciente número de su órgano de propaganda, la revistaDabiq. Para los seguidores de Abuker al Bagdadi, “nadie mejor que Alá maquina complots”. Estos yihadistas de orientación profética y apocalíptica definen este argumento —elaborado en base a citas coránicas seleccionadas a propósito— como una realidad que garantiza el éxito de sus objetivos frente a quienes califican de infieles y apóstatas o a rivales de similar orientación ideológica. Algo que les reafirma en su sanguinario empeño, precisamente por las expectativas de éxito inherentes a esa visión belicosa del credo islámico. Bagdadi insistió el mes pasado en que el islam “nunca ha sido religión de paz” y hacía un llamamiento a los musulmanes de todo el mundo para que se implicaran en la “guerra” que encabeza su organización.
Casi un año después de que el EI adoptase su actual denominación y fuera proclamado un nuevo Califato en los territorios de Siria e Irak donde había conseguido imponer su brutal dominio fundamentalista, los últimos atentados ocurridos en Isère, Susa y ciudad de Kuwait han puesto de relieve, una vez más, el ímpetu y las capacidades con que actúan los ejecutores de “complots que son por entero cosa de Alá”. Los dirigentes del EI tienen aptitud y recursos para planificar atentados concatenados —y altamente letales— en distintos países árabes, al tiempo que instigan la comisión de otras atrocidades en el mundo occidental. Azuzar enfrentamientos sectarios en Kuwait, obstaculizar el proceso de democratización en Túnez o quebrar la cohesión social en Francia mediante el terrorismo es parte de una estrategia global inexorable en los resultados.
El Estado Islámico ha extendido tanto su influencia como su presencia en el norte de África y así cabe además interpretar el nuevo atentado en Túnez, el país de la región con mayores niveles de movilización yihadista. Kuwait, por su parte, contribuye de modo significativo a la coalición internacional contra el EI, establecida el pasado verano. Cabe pues suponer que el EI —cuyo principal portavoz anticipó hace unos días “calamidades” para “Cruzados, chiíes y apóstatas” durante el actual periodo de Ramadán— intente elevar los costes de esa contribución para los países concernidos. También Francia participa en dicha coalición, pero es asimismo el país de la Unión Europea donde se contabiliza un mayor número de jóvenes musulmanes radicalizados en el salafismo yihadista, adheridos al EI e inclinados a intervenir en “complots que son cosa de Alá”.
Fernando Reinares es catedrático de Estudios de Seguridad en la Universidad Rey Juan Carlos y director del Programa sobre Terrorismo Global en el Real Instituto Elcano.
fuentes http://internacional.elpais.com/internacional/2015/06/26/actualidad/1435337293_473032.html

Confluencia

Es el concepto político de última moda que más se lleva este verano.Confluencia: dícese de aquel frente amplio que impulsa un programa elaborado en común por un colectivo plural, abierto e incluyente de actores políticos y movimientos sociales. Su vertiginoso contagio viral se debe al éxito alcanzado por las candidaturas transversales de Ada Colau o Manuela Carmena en Barcelona y Madrid, así como las distintas mareas gallegas, gaditanas, aragonesas, etc.
Y el president Mas, que es todo un lince por miope que parezca, se ha apresurado a hacer suya la idea, transformado su vieja oferta plebiscitaria de una Llista del President en una nueva confluencia independentista abierta a los movimientos soberanistas de la sociedad civil (ANC, OC, AMI), explícitamente destinada a competir con la confluencia podemista de Ada Colau y compañía. Pero como no podía ser de otro modo, un Oriol Junqueras amarillo de envidia se ha apresurado a emularle proponiendo su propia confluencia deesquerra republicana, capaz de rivalizar con las otras dosconfluencias a la catalana.
¿A qué viene esta epidemia de confluencias? Es el oportunista intento de blanquear a unos partidos que se saben rechazados por una ciudadanía desafecta, indignada y más que harta del destructivo sectarismo de nuestros políticos profesionales, hasta el punto de que prefiera votar a activistas sociales metidos a políticos aficionados o diletantes. De ahí que la forma-partido haya quedado estigmatizada y se vea obligada a camuflarse tras la máscara de la plataforma transversal: un híbrido producto del mestizaje entre políticos y ciudadanos donde los movimientos hacen de Doctor Jekyll y los partidos de Míster Hyde.
Pero si la confluencia parece sexy y glamurosa no es por sus propios méritos, que están por demostrar al tratarse de candidaturas todavía inocentes en tanto que virginales, sino por lo odioso que se ha vuelto el corrupto partidismo imperante. Las siglas políticas resultan centrífugas porque repelen a sus electores, a sus simpatizantes y a sus integrantes (como Monedero o Durán Lleida). Mientras que las plataformas civiles se han hecho cada vez más acogedoras, como imanes que atraen a nuevas oleadas de ciudadanos entusiastas.
En suma, frente a la fracturada hostilidad partidista se contrapone la hospitalaria unidad popular. De ahí que en la práctica se esté produciendo una especie de reforma figurada de nuestro sistema electoral, donde las planchas o listas cerradas y bloqueadas que se nombran a dedo por la cúpula de los partidos son sustituidas por listas abiertas y plurales de candidatos surgidos de la base ciudadana.
Pero este dualismo donde la política encarna el vicio y la ciudadanía representa la virtud siempre resulta ambivalente, como revela el conflicto interno que desgarra a Podemos entre los partidarios de la vanguardia hegemónica frente a los asamblearios que defienden el consenso deliberativo. Es la contradicción entre la unificación popular dirigida desde arriba por el liderazgo bonapartista versus la unidad construida desde abajo en común con los pares. Un jánico dilema, debido a que toda confluencia hacia adentro se funda siempre en la confrontación frente afuera.
fuentes http://politica.elpais.com/politica/2015/06/26/actualidad/1435345679_543321.html

Fragmentación

Cataluña va camino de unas elecciones (27-S) en que, por primera vez, entre las ofertas electorales figurará una hoja de ruta para la independencia. Quien vote cualquiera de las listas en que figuren Convergència, Esquerra o la CUP no podrá alegar ignorancia: habrá votado por la independencia. El proceso por la independencia, que tuvo su toque de salida en septiembre de 2012, nació bajo el signo de la unidad, proclamada desde la calle por la ANC y Òmnium Cultural y trasladada a los partidos bajo la consigna del derecho a decidir. Sin embargo, tres años más tarde, el espacio político catalán está en plena fragmentación. Nunca ha habido tantas candidaturas potenciales con posibilidades reales de obtener representación parlamentaria. Y el propio bloque soberanista se presentará, por lo menos, con tres candidaturas distintas, por más que el presidente se esfuerce en rescatar la lista única, reiteradamente rechazada por sus adversarios.
¿Por qué esta fragmentación? Lo fácil es atribuirla a la entrada en liza del factor independencia. Pero es confundir un síntoma del cambio con las causas que lo han provocado. La independencia es una apuesta binaria: o estás a favor o estás en contra. Debería haber generado una polarización electoral. No lo ha hecho, desmintiendo a los que siguen afirmando —Carmen Chacón ha sido la última— que la sociedad catalana “está partida”. Todavía hoy no se dibuja un frente unionista alternativo que pueda relevar al gobierno de la Generalitat si el soberanismo pierde. Políticamente, Cataluña está fragmentada, no partida, que es muy distinto.
¿A qué se debe, entonces, tanto movimiento en la escena política? Vayamos al punto de partida. La movilización civil por la independencia, que la ANC simboliza, nació en 2011, coincidiendo con la aparición de los movimientos sociales del 15-M. Desde procedencias culturales y sociales distintas, ambos respondían a un momento de crisis del régimen político, de falta de expectativas y proyectos colectivos, de profunda crisis social. Unos se agarraron a la independencia como utopía disponible, otros identificaron el pueblo como sujeto político para responder a los destrozos de la austeridad expansiva. La novedad, lo inesperado, fue que, por caminos distintos, ambos abandonaron el terreno testimonial y buscaron la transformación política de sus reivindicaciones. La ANC lo hizo por la vía de la delegación a los partidos; el 15-M a través de Podemos y otros proyectos afines. Pero la coincidencia en el tiempo no es casual, como no lo son sus efectos: lo social y la independencia subieron al primer plano de la agenda política y allí están. Han puesto en un brete al sistema político, han cambiado la agenda, han revolucionado el mapa de partidos y han recuperado para la política a muchos ciudadanos desengañados. La izquierda alternativa ha aprovechado la dejación de la izquierda convencional, (que sigue buscándose a sí misma, atada por sus compromisos con la austeridad) para construirse un espacio; el independentismo lanzó a los partidos soberanistas la consigna de la unidad, que pronto se reveló como difícilmente sostenible en la medida en que, en la coyuntura de crisis económica y social, era casi impensable que el eje independencia/status quo eclipsara al eje derecha/izquierda.
El independentismo es una expresión del cambio de tiempo, no la causa. No hay que descartar que la nueva mayoría no se haga sobre el eje identitario sino sobre el eje derecha/izquierda
Artur Mas vio la oportunidad de hacerse con el liderazgo del proceso, asumiendo la carta de la unidad. Y convocó las elecciones de 2012. Recibió un aviso: el partido genuino de las clases medias no podía salir indemne de las políticas de austeridad: fue la crisis, más que el soberanismo lo que le castigó. Siguió fiel a su estrategia, pero perdiendo compañía en cada paso. La carga que lleva sobre sus espaldas —la historia de Convergència y su patrimonialización de la Generalitat, que la confesión de Pujol recordó a los olvidadizos— es demasiado pesada para que pueda ser el líder carismático que arrastre tras de sí a una mayoría social. El independentismo es una expresión del cambio de tiempo, no la causa. La resistencia a asumir esta distinción está en el origen de los errores de navegación del presidente Mas. Tanto es así, que no hay que descartar una sorpresa: que la nueva mayoría del parlamento catalán no se forme sobre el eje identitario sino sobre el eje derecha/izquierda.
fuentes http://ccaa.elpais.com/ccaa/2015/06/26/catalunya/1435345758_739809.html

Repensar la inmigración

Durante la reunión del jueves pasado, el Consejo Europeo ha hecho una llamada al orden: los jefes de Estado y de Gobierno, al constatar la ruptura de la Unión en dos bloques, entre aquellos que aceptan el reparto de los refugiados por cuotas y los que lo rechazan, han dicho claramente a la Comisión de Bruselas que su proposición no puede imponerse a la voluntad soberana de los Estados.
La política migratoria no es un sector comunitario, sino que forma parte de los poderes públicos nacionales. Esta verdad, que muchos tienden a olvidar, tiene una gran importancia, pues refleja una realidad de fondo: la Unión no es una nación con capacidad para definir libremente el carácter étnico y cultural de su composición, sino 28 naciones, cada una de ellas con una idea muy precisa de lo que es, y con la intención de seguir controlando, por mil razones, la composición de sus poblaciones. Por supuesto, quieren responder a la urgencia humanitaria acogiendo a miles de desgraciados, pero no quieren embarcarse en una senda que haría de la Comisión el árbitro del control de las fronteras nacionales, pese a las orientaciones de Schengen.
Esta actitud subraya, por cierto, una tendencia que se impone desde hace varios años: la de la renacionalización progresiva de la política migratoria, resultado del debilitamiento de la construcción política europea.
Pero lo más importante es que esta reunión ha mostrado también que los responsables europeos no han comprendido las consecuencias de los cambios fundamentales de la demanda migratoria. Es evidente que el concepto tradicional del demandante de asilo ha cambiado, en estos últimos años, bajo el efecto del crecimiento exponencial de las desigualdades. La separación entre los peticionarios de asilo y los inmigrantes económicos se está difuminando. La gran mayoría de los demandantes proviene, hoy día, de países que no están en situación de guerra civil: Nigeria, Gambia, Somalia, Senegal, Malí y otros. Siria, Irak y Afganistán, en guerra abierta, son tan sólo parte de esta demanda. La gran pregunta que se le formula ahora a Europa es: ¿qué hacemos frente a esta situación, presente y futura? Actualmente se reacciona en la urgencia, siempre de manera incoherente y después de tragedias sangrantes, sin atacar jamás el problema en origen. Ya es hora de mirar de frente a las mutaciones históricas en curso, y especialmente al gran desplazamiento de las poblaciones como consecuencia de la globalización económica, y repensar por completo la política migratoria europea.
Hay, tan solo, dos maneras de afrontar este nuevo reto histórico: bien aumentando el número de admisión de asilados, indispensable si Europa, necesitada de un potente acelerador demográfico, no quiere convertirse en un continente de ancianos (mal) asistidos, bien poniendo en marcha una gran política de ayuda al desarrollo de las regiones concernidas para estabilizar las poblaciones. Estas dos vías pueden inteligentemente entrecruzarse, lo que significa repensar las políticas de ayudas al desarrollo tanto de Europa como de las naciones europeas, y situar a la inmigración en el centro de las estrategias de cooperación.
fuentes http://internacional.elpais.com/internacional/2015/06/26/actualidad/1435340049_486143.html