sábado, 27 de junio de 2015

Viernes sangriento

De nuevo el yihadismo tiñó ayer de sangre varios países —de tres continentes— en un viernes de Ramadán, jornada especial para millones de musulmanes; no así para los que se autoproclamanguardianes del Islam mientras se jactan de su desprecio por la vida humana. Los atentados cometidos en Túnez, Francia y Kuwait, aunque diferentes cada uno en sus métodos, tienen el común denominador de haber sido inspirados o cometidos por el salvajismo yihadista, que proclamó hace un año el llamado califatoy que demuestra una vez más que nadie, en ningún lugar del mundo, está a salvo de esta amenaza fanática.
El atentado contra un hotel de propiedad española en Túnez muestra la cobardía de quienes en sus vídeos y revistas se definen como guerreros y luego disparan impunemente contra decenas de personas en bañador que toman el sol en una playa. O contra los visitantes de un museo, como hicieron el pasado marzo, también en Túnez. El país norteafricano, musulmán y en proceso de afianzamiento democrático, se ha convertido en objetivo prioritario del radicalismo, que no puede soportar el progreso de una sociedad que ha abrazado la modernidad sin renunciar al islam.
Es fundamental que el Gobierno y la sociedad tunecina sientan el respaldo real, y no solo lo que se expresa con declaraciones, de la comunidad democrática internacional. Especialmente ahora, cuando el turismo —fuente fundamental de ingresos y puestos de trabajo— se verá irremisiblemente afectado.
Pocas horas antes los yihadistas habían tratado de causar una catástrofe en Lyon al intentar provocar una explosión en una planta de gases industriales. Uno de los terroristas entró en las instalaciones con una bandera del Estado Islámico (EI). Previamente habían decapitado a un hombre. De nuevo aquí se repite un patrón con el que se pretende aterrorizar a las sociedades occidentales: el máximo daño posible indiscriminado —que afortunadamente no se ha producido en Lyon al no estallar la planta— junto a la máxima crueldad, en forma de decapitación, un método del que el EI ha hecho una de sus señas de identidad y que causa particular repugnancia.
La matanza perpetrada en una mezquita en Kuwait constata que la furia yihadista, aunque lo proclame, no se basa en una lucha entre musulmanes y el resto del mundo. Los asesinos que se escudan tras la religión mataron —de nuevo indiscriminadamente— a un grupo de personas indefensas cuando se encontraban orando precisamente en una mezquita. Una prueba más de que la charlatanería con la que el Estado Islámico engatusa a sus nuevos adeptos no es más que una mentira incongruente.
La guerra que el yihadismo ha declarado a la comunidad global obliga a las sociedades a estar en máxima alerta “para proteger nuestros valores y nunca ceder al miedo”, como dijo ayer el presidente francés, François Hollande. Y, en paralelo, a que las autoridades tomen todas las medidas necesarias —el Gobierno español elevó ayer la alerta al nivel máximo desde el 11-M y convocó el pacto antiterrorista— para proteger a sus ciudadanos.
fuentes http://elpais.com/elpais/2015/06/26/opinion/1435336380_692759.html

La estrategia del miedo

Los ataques directos contra la población están presentes en la práctica totalidad de las guerras civiles, convertidas en escenarios idóneos para los atentados terroristas indiscriminados y la limpieza étnica. Tradicionalmente, estas agresiones se han justificado por la contribución de la población al esfuerzo bélico y por la utilización que los movimientos insurgentes hacen de los civiles para confundirse entre ellos y sobrevivir a su costa. Sin embargo, hoy el agresor busca principalmente condicionar la opinión de los ciudadanos para que ejerzan una presión insuperable sobre sus dirigentes políticos. Dicho de otro modo, en los conflictos armados actuales los civiles siguen siendo un objetivo preferente, más por su capacidad de influencia política que por su apoyo efectivo a las operaciones. Así lo entendieron los serbios cuando emprendieron una limpieza étnica generalizada en Kosovo y así lo entiende en la actualidad el Estado Islámico (Daesh).
El Estado Islámico aplica una estrategia de victimización de civiles consistente en atacar a la población no combatiente mediante acciones planificadas sistemáticamente y sostenidas en el tiempo para conseguir objetivos políticos. Se trata, por lo tanto, de una decisión política que nada tiene que ver con los llamados daños colaterales o con ataques descoordinados y aleatorios realizados por fuerzas descontroladas. En este sentido, la victimización no es un impulso irracional, sino una decisión adoptada con la finalidad de conquistar y controlar un territorio. Una forma de violencia tan impopular y contraria al más elemental sentido ético sólo es factible por la conjunción de tres condiciones básicas: visión perversa del enemigo, despreocupación por la legalidad internacional y beneficio estratégico.
La percepción subjetiva de una insuperable brecha cultural convierte a los adversarios del Estado Islámico en individuos infames a los que se debe castigar incluso con la muerte. La violencia en este caso tiene su origen en el desprecio, el resentimiento y la venganza, de ahí que la acompañen con sofisticadas formas de sufrimiento. En realidad se trata de un problema de identidad, puesto que la victimización es mucho más aceptable cuando se identifica al enemigo con una sociedad impía y cruel, demonizada por sus diferencias culturales y religiosas. Por eso el Estado Islámico necesita crear un modelo social de identidades antagónicas e incompatibles, distorsionando la realidad cuanto sea necesario.
Por otra parte, la descomposición instalada en Oriente Próximo ha contagiado entre la sociedad musulmana la añoranza por remotos tiempos de esplendor. En su versión más radical, los islamistas interpretan que su actual deterioro es consecuencia del dominio ejercido por el mundo occidental, rico y avanzado, pero también decadente y degenerado. Este razonamiento alimenta la pretensión de instaurar relaciones de poder, estructuras políticas y sistemas jurídicos propios del pasado y, en última instancia, fundamenta el absoluto desprecio del Estado Islámico por el derecho internacional humanitario.
La violencia en este caso tiene su origen en el desprecio, el resentimiento y la venganza, de ahí que la acompañen con sofisticadas formas de sufrimiento
La última condición es el supuesto beneficio estratégico que permitiría al Estado Islámico alcanzar sus objetivos políticos a un coste asumible. Una de las ventajas estratégicas consiste en doblegar la voluntad de la población mediante el terror, tanto en el territorio ocupado, para evitar cualquier atisbo de contestación social, como en el exterior, para anular el apoyo popular a sus enemigos y lograr la autocensura timorata de los medios de comunicación. La otra ventaja estratégica deriva del temor a enfrentarse a quienes no dudan en mutilar, esclavizar o asesinar. Un ejército atenazado por el miedo pierde su capacidad de combate y se convierte en un objetivo asequible, tal como se pudo comprobar en Mosul y Ramadi. Con estas conquistas aparentemente sencillas —son muchos los casos— el Estado Islámico quiere mostrar su pretendida superioridad sobre los infieles y sobre quienes no defienden sus postulados con su misma vehemencia. Sin embargo, para que el temor surja efecto en la población es imprescindible difundir las acciones violentas de la forma más descarnada posible, actividad en la que el Estado Islámico se ha aplicado concienzudamente.
En definitiva, la estrategia del Estado Islámico prevé el dominio de un área geográfica (el Califato) y la posterior expansión territorial. En estas circunstancias, sus dirigentes consideran que el control interno pasa por la desactivación —para el Estado Islámico , la limpieza— de los grupos sociales contrarios. El Estado Islámico pretende, además, crear un estado de ánimo de derrota por el miedo, de anulación de la oposición interna, de neutralización de la capacidad de combate de las fuerzas enemigas y, muy importante, de captación internacional de yihadistas. Piensan que los líderes occidentales son muy vulnerables a la opinión pública y que esta “debilidad”, bien explotada, les permitirá ganar su guerra. Por lo tanto, no pretenden sólo castigar a los infieles; buscan principalmente acortar la duración del conflicto y facilitar el control del territorio, reduciendo sus costes económicos y humanos, lo que en último término les ayuda a superar hipotéticos inhibidores morales —si es que los tienen— para matar y torturar civiles.
Por lo tanto, el terror implantado por el Estado Islámico se asienta en dos lógicas: la lógica del castigo, para acabar con el apoyo de la población al esfuerzo bélico, y la lógica del miedo, para minar la capacidad de combate del enemigo. Sin embargo, el castigo y el miedo no suelen producir los efectos buscados. De hecho, y obviando importantes consideraciones éticas, la victimización de los civiles se acabará revelando como una torpeza estratégica más de Abubaker al Bagdadi, porque la violencia gratuita, más que inefectiva, es contraproducente, fortalece la capacidad de resistencia de la población y desactiva cualquier opción de alianza exterior.
Francisco Rubio Damián es colaborador experto del Observatorio paz, Seguridad y Defensa de la Universidad de Zaragoza.
fuentes http://elpais.com/elpais/2015/06/26/opinion/1435323853_643389.html
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Rebeldes

Hace un par de semanas, una española alborotada se subió a los leones del monumento a Dante en la florentina plaza de la basílica de la Santa Cruz. Este asalto nocturno y etílico despertó la dolida protesta de algunos viandantes y de un diario local. A la mañana siguiente, una canadiense orinó en la cúpula de Santa Maria dei Fiori, ante las propias narices —y ojos— del guardia del lugar. Llovía sobre mojado, por decirlo así, pues poco antes unos estudiantes habían escrito sus nombres en la cúpula de Brunelleschi, para contribuir a inmortalizar su belleza.
A mí me parece normal, qué quieren. Ya estamos hartos de tanta reverencia a antiguallas fruto de tiranos y elitistas. Estos inconformistas que desafiaron las convenciones no lo hicieron llevados por otros valores, como los islamistas iconoclastas que van a cargarse las bellezas de Palmira porque están convencidos de que la única auténtica belleza es la sumisión ante Quien no tiene rostro ni imagen. Ellos han profanado sencillamente porque sí, porque les dio la gana, porque todo vale lo mismo y no es más venerable laGioconda que un grafiti cachondo.
La gracia no está en no respetar lo respetado, sino sobre todo en despreciar a quienes lo respetan. Es cuestión de libertad: los que garrapatean la obra de Brunelleschi o pitan el himno nacional ejercen la libertad de expresión, la que se sube a las barbas de Dante ejerce su libertad de funambulismo, la meona da rienda suelta a su libertad de micción, etcétera… Lo expresa más pedagógicamente la nueva presidenta del Parlamento navarro, que es educadora infantil y exhibe en la Red esta chapa: “Yo decido lo que me sale del coño”. Será derecho a decidir, pero conviene luego lavarse bien
fuentes http://elpais.com/elpais/2015/06/26/opinion/1435339771_181500.html

El mal Dios

Tras los atentados asistiremos hoy, entre otros espectáculos, a uno particularmente tóxico: el de ensalzar a las religiones, o sea el de alabar a Dios, para que entre las víctimas no haya daños colaterales en la comunidad islámica. Es una acción rutinaria que suele tener éxito. “Los violentos no son verdaderos gallegos”, decía Quintana, como si hubiese una raza superior que solo praticase amor. “No son vascos, son hijos de puta”, se cantaba para desligar a los etarras de lo que les llevaba a asesinar, que era el País Vasco. O “esto nada tiene que ver con el fútbol” porque aficionados de dos clubes de fútbol aprovechen un partido para apalizarse.
La tentación es aislar al violento, despojarlo de sus circunstancias y presentarlo en un iCloud junto a otros de su especie para salvar a las almas puras. Cuando Rajoy dice que la “lucha contra el terrorismo nada tiene que ver con las creencias religiosas”, emparenta con su antecesor Zapatero, que propuso la Alianza de Civilizaciones, o sea un pacto de dioses, o el arzobispo que después del asesinato de dos militares en Afganistán dijo que aquello “había enfadado a Dios”, cuando precisamente se hizo en su nombre.
Debe de ser tan extraño relacionar violencia y religiones que el primer impulso de los gobernantes es llevarse las manos a la cabeza y decir que esto no es cosa de creyentes, el colectivo más pacífico de la historia. Pero el Estado Islámico es una organización de gente que cree en Dios, y el deseo de ese Dios es ver a los infieles sin cabeza. La lucha contra el fanatismo es la lucha contra esa interpretación de la religión, como hay otras tantas interpretaciones que promueven el amor y la piedad, dos aspectos para los que también están dotados los ateos. A esas no hace falta combatirlas, pero tampoco conviene decir lo buenas que son. Porque no son buenas.
En atribuir las buenas acciones a la voluntad de Dios o hacerlas bajo su amparo, o convertir la conducta propia en una especie de transmisión divina según la cual es la religión la que te hace buena persona, hay algo de subterfugio moral, un salvoncoducto de consecuencia escandalosa: si no creyeses en Dios, ¿harías lo contrario? No, Dios no es bueno. Y sí, Dios está detrás del IS, y lo ha estado de la mayoría de horrores de la Historia, y al contrario de los biempensantes de hoy, cuando escucho religión veo violencia, desde la interpretación judeocristiana del Génesis, con un asesinato entre hermanos, hasta Alá en manos de los terroristas.
Un mundo sin Dios sería un mundo objetivamente mejor. Sería, para empezar, un mundo sin coartadas. Tanto para hacer el mal como para hacer el bien.
fuentes http://elpais.com/elpais/2015/06/26/opinion/1435341961_340196.html

Efecto sordera

“¡Que alguien haga algo, y que lo haga ya!”, exigió indignado Mariano Rajoy cuando el último naufragio en el Mediterráneo sembró de ahogados los telediarios. Fruto de esa llamada y de la de otros líderes europeos, la Comisión Europea se puso a trabajar para paliar la crisis migratoria originada por el encadenamiento de conflictos en África, Oriente Próximo y Asia. Como era lógico, esa política, además de luchar contra las redes criminales que trafican con personas, tenía que organizar la acogida de refugiados y repartirlos equitativamente entre los Estados miembros de la UE. Pero llegada la hora de la verdad la mayoría de los Gobiernos europeos se han plantado contra los planes de la Comisión y han exigido que la aceptación de refugiados sea voluntaria. Hablamos de una propuesta muy modesta, pues los 60.000 refugiados que la Comisión Europea ha puesto encima de la mesa constituyen una cifra ridícula si lo comparamos con el enorme esfuerzo que están haciendo vecinos mucho más pobres como Líbano, donde hay contabilizados 1.174.000 refugiados sirios, Jordania, donde hay 629.000, o Turquía, que ha acogido a 1.772.000.
Son muchos los que se oponen a arrimar el hombro, pero el caso de España es particularmente sangrante, pues a las declaraciones de Rajoy se han seguido una serie de medidas que van en sentido contrario de lo que el presidente exigió. El Gobierno, que a cada minuto presume en los foros internacionales del éxito de las reformas y de las cifras de crecimiento económico, tardó bien poco en ponerse sombrío y argumentar ante sus socios que las dramáticas cifras de paro en España no le permitían asumir su parte proporcional de refugiados. Por si fuera poco, en un país ya señalado internacionalmente por su cicatería a la hora de conceder solicitudes de asilo y por una política de devoluciones insostenibles jurídicamente, el ministro del Interior justificó su rechazo al plan de la Comisión Europea advirtiendo del peligroso efecto llamada que abrir cuotas de refugiados podría desencadenar. A la primera de cambio, España, que logró un asiento en el Consejo de Seguridad postulándose como un país solidario y responsable dispuesto a contribuir a solucionar los problemas globales, ha mirado en otra dirección. Ante el efecto llamada, efecto sordera. @jitorreblanca
fuentes http://elpais.com/elpais/2015/06/26/opinion/1435336204_271240.html
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Cuando la Santa Muerte acecha sonriente

Chilapa es un pequeño municipio perdido en las montañas de Guerrero, la zona de mayor producción de opio de América. Pueblo agrario, posee un zócalo amplio y fresco flanqueado por una iglesia en cuya fachada destaca la estatua de San Gregorio Taumaturgo. Los ojos del santo, no se sabe bien si por deformación del observador o genialidad del artista, miran con espanto lo que sucede a sus pies. En la localidad, arrasada por la guerra de cárteles, reina la muerte. Las desapariciones, torturas y mutilaciones forman parte de la vida diaria y han convertido el lugar en uno de los puntos negros de la geografía bárbara de México.
No es algo de lo que allí se hable en voz alta. Ni siquiera se menciona a los criminales por su nombre. Pero su presencia, palpitante y oscura, es constante. A la entrada del pueblo un tétrico cartel lo recuerda. En él, se alza la Santa Muerte. La esquelética figura, vestida de novia decimonónica, sonríe al visitante. La rodean tres pequeñas estatuas con guadaña. También sonríen.
El culto ofrece, como todos, amor y sabiduría, luz y conjuros, curaciones físicas y morales. Y si uno deposita una moneda, promete multiplicarla un millón de veces. Algunos vecinos de Chilapa dejan ante la imagen flores, otros algo de comida. En ese altar de carretera, como una atrofia del pasado, sobreviven gestos milenarios.
La muerte es próxima en México. Se la venera y festeja. Incluso se la come en figuras de azúcar y deliciosos bollos. La iconografía del Día de Difuntos ya es un tópico. Pero la Santa Muerte va más allá. Este culto, denostado por la Iglesia católica y que se vincula con todo tipo de prácticas malignas, va sumando adeptos cada día que pasa. En las cárceles y entre los sicarios, la superstición ha encontrado una legión de adoradores subterráneos. De norte a sur, los acólitos de la violencia marcan sus territorios con sus altares. Son los mojones de un poder siniestro frente al que los convoyes militares, como ante tantas otras cosas, pasan de largo. San Gregorio Taumaturgo lo sabe bien.
fuentes http://elpais.com/elpais/2015/06/26/opinion/1435336463_651222.html

Complots que son cosa de Alá

Así, como dice el título, lo afirma el llamado Estado Islámico (EI) en el más reciente número de su órgano de propaganda, la revistaDabiq. Para los seguidores de Abuker al Bagdadi, “nadie mejor que Alá maquina complots”. Estos yihadistas de orientación profética y apocalíptica definen este argumento —elaborado en base a citas coránicas seleccionadas a propósito— como una realidad que garantiza el éxito de sus objetivos frente a quienes califican de infieles y apóstatas o a rivales de similar orientación ideológica. Algo que les reafirma en su sanguinario empeño, precisamente por las expectativas de éxito inherentes a esa visión belicosa del credo islámico. Bagdadi insistió el mes pasado en que el islam “nunca ha sido religión de paz” y hacía un llamamiento a los musulmanes de todo el mundo para que se implicaran en la “guerra” que encabeza su organización.
Casi un año después de que el EI adoptase su actual denominación y fuera proclamado un nuevo Califato en los territorios de Siria e Irak donde había conseguido imponer su brutal dominio fundamentalista, los últimos atentados ocurridos en Isère, Susa y ciudad de Kuwait han puesto de relieve, una vez más, el ímpetu y las capacidades con que actúan los ejecutores de “complots que son por entero cosa de Alá”. Los dirigentes del EI tienen aptitud y recursos para planificar atentados concatenados —y altamente letales— en distintos países árabes, al tiempo que instigan la comisión de otras atrocidades en el mundo occidental. Azuzar enfrentamientos sectarios en Kuwait, obstaculizar el proceso de democratización en Túnez o quebrar la cohesión social en Francia mediante el terrorismo es parte de una estrategia global inexorable en los resultados.
El Estado Islámico ha extendido tanto su influencia como su presencia en el norte de África y así cabe además interpretar el nuevo atentado en Túnez, el país de la región con mayores niveles de movilización yihadista. Kuwait, por su parte, contribuye de modo significativo a la coalición internacional contra el EI, establecida el pasado verano. Cabe pues suponer que el EI —cuyo principal portavoz anticipó hace unos días “calamidades” para “Cruzados, chiíes y apóstatas” durante el actual periodo de Ramadán— intente elevar los costes de esa contribución para los países concernidos. También Francia participa en dicha coalición, pero es asimismo el país de la Unión Europea donde se contabiliza un mayor número de jóvenes musulmanes radicalizados en el salafismo yihadista, adheridos al EI e inclinados a intervenir en “complots que son cosa de Alá”.
Fernando Reinares es catedrático de Estudios de Seguridad en la Universidad Rey Juan Carlos y director del Programa sobre Terrorismo Global en el Real Instituto Elcano.
fuentes http://internacional.elpais.com/internacional/2015/06/26/actualidad/1435337293_473032.html

Confluencia

Es el concepto político de última moda que más se lleva este verano.Confluencia: dícese de aquel frente amplio que impulsa un programa elaborado en común por un colectivo plural, abierto e incluyente de actores políticos y movimientos sociales. Su vertiginoso contagio viral se debe al éxito alcanzado por las candidaturas transversales de Ada Colau o Manuela Carmena en Barcelona y Madrid, así como las distintas mareas gallegas, gaditanas, aragonesas, etc.
Y el president Mas, que es todo un lince por miope que parezca, se ha apresurado a hacer suya la idea, transformado su vieja oferta plebiscitaria de una Llista del President en una nueva confluencia independentista abierta a los movimientos soberanistas de la sociedad civil (ANC, OC, AMI), explícitamente destinada a competir con la confluencia podemista de Ada Colau y compañía. Pero como no podía ser de otro modo, un Oriol Junqueras amarillo de envidia se ha apresurado a emularle proponiendo su propia confluencia deesquerra republicana, capaz de rivalizar con las otras dosconfluencias a la catalana.
¿A qué viene esta epidemia de confluencias? Es el oportunista intento de blanquear a unos partidos que se saben rechazados por una ciudadanía desafecta, indignada y más que harta del destructivo sectarismo de nuestros políticos profesionales, hasta el punto de que prefiera votar a activistas sociales metidos a políticos aficionados o diletantes. De ahí que la forma-partido haya quedado estigmatizada y se vea obligada a camuflarse tras la máscara de la plataforma transversal: un híbrido producto del mestizaje entre políticos y ciudadanos donde los movimientos hacen de Doctor Jekyll y los partidos de Míster Hyde.
Pero si la confluencia parece sexy y glamurosa no es por sus propios méritos, que están por demostrar al tratarse de candidaturas todavía inocentes en tanto que virginales, sino por lo odioso que se ha vuelto el corrupto partidismo imperante. Las siglas políticas resultan centrífugas porque repelen a sus electores, a sus simpatizantes y a sus integrantes (como Monedero o Durán Lleida). Mientras que las plataformas civiles se han hecho cada vez más acogedoras, como imanes que atraen a nuevas oleadas de ciudadanos entusiastas.
En suma, frente a la fracturada hostilidad partidista se contrapone la hospitalaria unidad popular. De ahí que en la práctica se esté produciendo una especie de reforma figurada de nuestro sistema electoral, donde las planchas o listas cerradas y bloqueadas que se nombran a dedo por la cúpula de los partidos son sustituidas por listas abiertas y plurales de candidatos surgidos de la base ciudadana.
Pero este dualismo donde la política encarna el vicio y la ciudadanía representa la virtud siempre resulta ambivalente, como revela el conflicto interno que desgarra a Podemos entre los partidarios de la vanguardia hegemónica frente a los asamblearios que defienden el consenso deliberativo. Es la contradicción entre la unificación popular dirigida desde arriba por el liderazgo bonapartista versus la unidad construida desde abajo en común con los pares. Un jánico dilema, debido a que toda confluencia hacia adentro se funda siempre en la confrontación frente afuera.
fuentes http://politica.elpais.com/politica/2015/06/26/actualidad/1435345679_543321.html

Fragmentación

Cataluña va camino de unas elecciones (27-S) en que, por primera vez, entre las ofertas electorales figurará una hoja de ruta para la independencia. Quien vote cualquiera de las listas en que figuren Convergència, Esquerra o la CUP no podrá alegar ignorancia: habrá votado por la independencia. El proceso por la independencia, que tuvo su toque de salida en septiembre de 2012, nació bajo el signo de la unidad, proclamada desde la calle por la ANC y Òmnium Cultural y trasladada a los partidos bajo la consigna del derecho a decidir. Sin embargo, tres años más tarde, el espacio político catalán está en plena fragmentación. Nunca ha habido tantas candidaturas potenciales con posibilidades reales de obtener representación parlamentaria. Y el propio bloque soberanista se presentará, por lo menos, con tres candidaturas distintas, por más que el presidente se esfuerce en rescatar la lista única, reiteradamente rechazada por sus adversarios.
¿Por qué esta fragmentación? Lo fácil es atribuirla a la entrada en liza del factor independencia. Pero es confundir un síntoma del cambio con las causas que lo han provocado. La independencia es una apuesta binaria: o estás a favor o estás en contra. Debería haber generado una polarización electoral. No lo ha hecho, desmintiendo a los que siguen afirmando —Carmen Chacón ha sido la última— que la sociedad catalana “está partida”. Todavía hoy no se dibuja un frente unionista alternativo que pueda relevar al gobierno de la Generalitat si el soberanismo pierde. Políticamente, Cataluña está fragmentada, no partida, que es muy distinto.
¿A qué se debe, entonces, tanto movimiento en la escena política? Vayamos al punto de partida. La movilización civil por la independencia, que la ANC simboliza, nació en 2011, coincidiendo con la aparición de los movimientos sociales del 15-M. Desde procedencias culturales y sociales distintas, ambos respondían a un momento de crisis del régimen político, de falta de expectativas y proyectos colectivos, de profunda crisis social. Unos se agarraron a la independencia como utopía disponible, otros identificaron el pueblo como sujeto político para responder a los destrozos de la austeridad expansiva. La novedad, lo inesperado, fue que, por caminos distintos, ambos abandonaron el terreno testimonial y buscaron la transformación política de sus reivindicaciones. La ANC lo hizo por la vía de la delegación a los partidos; el 15-M a través de Podemos y otros proyectos afines. Pero la coincidencia en el tiempo no es casual, como no lo son sus efectos: lo social y la independencia subieron al primer plano de la agenda política y allí están. Han puesto en un brete al sistema político, han cambiado la agenda, han revolucionado el mapa de partidos y han recuperado para la política a muchos ciudadanos desengañados. La izquierda alternativa ha aprovechado la dejación de la izquierda convencional, (que sigue buscándose a sí misma, atada por sus compromisos con la austeridad) para construirse un espacio; el independentismo lanzó a los partidos soberanistas la consigna de la unidad, que pronto se reveló como difícilmente sostenible en la medida en que, en la coyuntura de crisis económica y social, era casi impensable que el eje independencia/status quo eclipsara al eje derecha/izquierda.
El independentismo es una expresión del cambio de tiempo, no la causa. No hay que descartar que la nueva mayoría no se haga sobre el eje identitario sino sobre el eje derecha/izquierda
Artur Mas vio la oportunidad de hacerse con el liderazgo del proceso, asumiendo la carta de la unidad. Y convocó las elecciones de 2012. Recibió un aviso: el partido genuino de las clases medias no podía salir indemne de las políticas de austeridad: fue la crisis, más que el soberanismo lo que le castigó. Siguió fiel a su estrategia, pero perdiendo compañía en cada paso. La carga que lleva sobre sus espaldas —la historia de Convergència y su patrimonialización de la Generalitat, que la confesión de Pujol recordó a los olvidadizos— es demasiado pesada para que pueda ser el líder carismático que arrastre tras de sí a una mayoría social. El independentismo es una expresión del cambio de tiempo, no la causa. La resistencia a asumir esta distinción está en el origen de los errores de navegación del presidente Mas. Tanto es así, que no hay que descartar una sorpresa: que la nueva mayoría del parlamento catalán no se forme sobre el eje identitario sino sobre el eje derecha/izquierda.
fuentes http://ccaa.elpais.com/ccaa/2015/06/26/catalunya/1435345758_739809.html

Repensar la inmigración

Durante la reunión del jueves pasado, el Consejo Europeo ha hecho una llamada al orden: los jefes de Estado y de Gobierno, al constatar la ruptura de la Unión en dos bloques, entre aquellos que aceptan el reparto de los refugiados por cuotas y los que lo rechazan, han dicho claramente a la Comisión de Bruselas que su proposición no puede imponerse a la voluntad soberana de los Estados.
La política migratoria no es un sector comunitario, sino que forma parte de los poderes públicos nacionales. Esta verdad, que muchos tienden a olvidar, tiene una gran importancia, pues refleja una realidad de fondo: la Unión no es una nación con capacidad para definir libremente el carácter étnico y cultural de su composición, sino 28 naciones, cada una de ellas con una idea muy precisa de lo que es, y con la intención de seguir controlando, por mil razones, la composición de sus poblaciones. Por supuesto, quieren responder a la urgencia humanitaria acogiendo a miles de desgraciados, pero no quieren embarcarse en una senda que haría de la Comisión el árbitro del control de las fronteras nacionales, pese a las orientaciones de Schengen.
Esta actitud subraya, por cierto, una tendencia que se impone desde hace varios años: la de la renacionalización progresiva de la política migratoria, resultado del debilitamiento de la construcción política europea.
Pero lo más importante es que esta reunión ha mostrado también que los responsables europeos no han comprendido las consecuencias de los cambios fundamentales de la demanda migratoria. Es evidente que el concepto tradicional del demandante de asilo ha cambiado, en estos últimos años, bajo el efecto del crecimiento exponencial de las desigualdades. La separación entre los peticionarios de asilo y los inmigrantes económicos se está difuminando. La gran mayoría de los demandantes proviene, hoy día, de países que no están en situación de guerra civil: Nigeria, Gambia, Somalia, Senegal, Malí y otros. Siria, Irak y Afganistán, en guerra abierta, son tan sólo parte de esta demanda. La gran pregunta que se le formula ahora a Europa es: ¿qué hacemos frente a esta situación, presente y futura? Actualmente se reacciona en la urgencia, siempre de manera incoherente y después de tragedias sangrantes, sin atacar jamás el problema en origen. Ya es hora de mirar de frente a las mutaciones históricas en curso, y especialmente al gran desplazamiento de las poblaciones como consecuencia de la globalización económica, y repensar por completo la política migratoria europea.
Hay, tan solo, dos maneras de afrontar este nuevo reto histórico: bien aumentando el número de admisión de asilados, indispensable si Europa, necesitada de un potente acelerador demográfico, no quiere convertirse en un continente de ancianos (mal) asistidos, bien poniendo en marcha una gran política de ayuda al desarrollo de las regiones concernidas para estabilizar las poblaciones. Estas dos vías pueden inteligentemente entrecruzarse, lo que significa repensar las políticas de ayudas al desarrollo tanto de Europa como de las naciones europeas, y situar a la inmigración en el centro de las estrategias de cooperación.
fuentes http://internacional.elpais.com/internacional/2015/06/26/actualidad/1435340049_486143.html

El núcleo irradiador

El famoso e hilarante tuit de Errejón sobre el “núcleo irradiador” hay que tomárselo muy en serio. Puede que no diera con la expresión adecuada, pero el contenido era meridiano: aspiramos a la hegemonía y para eso hace falta absorber bajo nuestro manto a los “sectores aliados laterales”. O, lo que es lo mismo, hegemonía significa resolver las tensiones por el liderazgo de la izquierda bajo nuestra marca. Nosotros, Podemos, somos la Carmena o la Colau de las próximas elecciones generales.
Como seguramente le dijo el otro día Iglesias a Garzón, yo soy núcleo irradiador y tú te quedas en mera lateralidad. La hegemonía es un juego de suma cero y eso de la convergencia de las izquierdas sólo tiene sentido una vez aclarada la cadena de mando. Esto es política pura, un juego despiadado por el poder, y somos quienes hemos diseñado el vehículo organizativo y discursivo para el éxito. Nos guste o no, tienen razón. Ya verán cómo a medida que se aproximen las elecciones los sectores laterales irán abandonando sus chalupas para subirse al buque podemita.
Mientras en la izquierda se juega en clave de hegemonía, en el centro izquierda se prefiere el recurso a la “centralidad”, la forma posmoderna para referirse a algo similar; es decir, un recurso para ganar, sólo que en más softie, más ajustado al vocabulario y el sentir de las actuales democracias. Presupone que los liderazgos y los discursos se deben organizar sintonizando con el sentir de la mayoría.
Y como esta dice ubicarse en el centro, centralidad ha acabado por identificarse con centrismo. El PSOE lo ha buscado combinando formas centristas —bandera y solvencia tecnocrática— y un discurso más hacia la izquierda. Se vence cuando se consigue transmitir la idea de que se es un partido “de orden” y transformador a la vez, algo en lo que está fallando toda la socialdemocracia europea.
Los que juegan en clave de hegemonía lo saben y por eso abandonan la idea de que haya que “adaptarse” a algo. Las mayorías no están ahí, pasivas, esperando a que alguien sintonice con ellas, sino que es preciso crearlas. Por eso hay que resignificarlo todo, desde lo que sea la izquierda hasta lo que entendemos por patriotismo. Hegemón acaba siendo quien crea las nuevas fronteras, quien acierta en la inevitable diferenciación entre un nosotros y un ellos; quien se erige en “núcleo irradiador”. Para eso me temo que hay que hacer más política y menos mercadotecnia.
fuentes http://politica.elpais.com/politica/2015/06/25/actualidad/1435259852_120410.html

La Tragedia griega continúa

El pasado otoño Syriza presentó su programa electoral. Reestructurarían deuda por ilegítima, liberarían recursos para un estímulo fiscal del 7% del PIB, aumentarían el crecimiento y el empleo. Nueve meses después, Alexis Tsipras ha enviado un documento de 11 páginas a Bruselas con su firma donde no hay ni una palabra de reestructuración de deuda y donde propone un ajuste fiscal adicional del 1,5% del PIB en 2015 y del 3% en 2016.
Ninguna de las partes tiene intención de forzar la salida del euro, pero tras el acuerdo en Bruselas toca aprobarlo en los Parlamentos nacionales. Hay riesgo de que parlamentarios de Syriza voten en contra y su socio de gobierno ANEL, ultraconservador, ultranacionalista y antiausteridad, no es probable que lo apruebe. Se puede dar la paradoja de que sea Nueva Democracia, miembro del PP Europeo, el partido que arruinó Grecia y que acumuló un déficit oculto del 10% del PIB en 2009, el que lo apoye.
La prioridad en Grecia es estabilizar el sistema bancario, inmerso en una brutal fuga de depósitos desde enero. Es condición necesaria que Tsipras mande un mensaje creíble asegurando que el dinero de los griegos no está en riesgo en los bancos. Syriza ha propuesto a la troika utilizar unos 11.000 millones de euros pendientes del rescate para crear un banco malo. Ese plan debería reestructurar hipotecas y créditos a empresas impagados para reducir sus cuotas con el fin de evitar los desahucios, evitar el cierre y preservar el empleo.
La austeridad continuará en Grecia pero los ajustes comprometidos son tan duros que el país volverá a incumplir sus compromisos. Por lo tanto, dentro de seis meses volveremos a tener otra situación límite en la negociación con reuniones extraordinarias al límite. Se cambiará deuda del FMI por fondos de rescate del Mecanismo Europeo de Estabilidad a más plazo y menor coste de intereses. Se resolverían los vencimientos a corto plazo y a 30 años todos muertos, como dijo Keynes.
El problema de Grecia es que el PIB por hora trabajada es de 20 euros; en España, 30 euros; y en Alemania, 40 euros. Como dijo Paul Samuelson, Nobel de Economía, “los europeos se están acostando con un gorila”. Grecia necesita crear proyectos empresariales rentables en entornos competitivos globales. Pero para conseguirlo debería tener un tipo de cambio del euro próximo a 0,8 contra el dólar.
Los manuales recomiendan devaluar, pero supondría salir del euro, la quiebra de todas las familias, empresas y bancos endeudados y también del Estado. Además, supondría incumplir todos los contratos, provocando problemas jurídicos, internos y externos, como en la Argentina de 2001, que aún hoy siguen sin resolverse.
Salir del euro provocaría un aumento exponencial de la pobreza a corto plazo. Pero quedarse con tipo de cambio fijo y tipos de interés efectivos muy superiores a los de los competidores también aumentará la pobreza. De momento, ni la troika ni Syriza tienen un plan para solucionar la sobrevaloración del tipo de cambio y conseguir nuevos proyectos de inversión rentables y competitivos. Veremos.
@josecdiez
fuentes http://internacional.elpais.com/internacional/2015/06/25/actualidad/1435255672_887170.html

¿Qué pretende Artur Mas?

Nadie sabe con certeza lo que pretende Artur Mas al intentar concurrir a las elecciones en una lista en la que figuren personalidades independentistas ajenas a su partido y contar con el apoyo de las entidades soberanistas que le montan las grandes manifestaciones. Por los mentideros de Barcelona circulan varias respuestas.
Decir que CDC atraviesa su peor momento es quedarse corto, en realidad se está desintegrando, pierde fuerza por todos lados
Una de ellas es que Mas pretende retrasar las elecciones autonómicas al 2016. Ello es lo que desean algunos miembros de su partido y, sobre todo, el establishment catalán, un difuso pero importante grupo de presión social y empresarial que aún confía en Mas, aunque éste haya incumplido todas la promesas que les hizo al empezar su mandato, en especial ser un gobernante business friendly, crear un entorno político favorable para los negocios y el crecimiento económico. De hecho, estos años han resultado ser todo lo contrario por el tiempo perdido con la dichosa cuestión de la independencia. Sin embargo, este patriciado catalán, bastante inepto para la política, aún confía en él porque no le ha encontrado sustituto.
Una segunda respuesta es que Mas quiere pasar a la historia como un patriarca del nacionalismo, el presidente que intentó la independencia aunque fracasara, una figura similar a Macià y Companys. Es posible que esta sea la ambición de Mas, además es humano que lo sea, pero a estas alturas creo que se contentaría, simplemente, con no hacer el ridículo, cosa que no tiene fácil.
Mi impresión es que Mas tiene ganas es de largarse en cuanto pueda... Se ha convertido en un juguete en manos otros, es un simple actor, no es autor ni director
Una tercera respuesta es que Mas quiere evitar el fin de Convergència (CDC), por lo menos el fin de lo que hasta ahora ha sido y representado este partido en Cataluña. Decir que CDC atraviesa su peor momento es quedarse corto, en realidad se está desintegrando, pierde fuerza por todos lados. Durante el último año, el espectáculo de la familia Pujol le ha situado en su lugar: utilizar la bandera para llenar la cartera… de algunos. La decepción de tantos votantes y militantes de buena fe ha sido tremenda y la fuga de votos, espectacular. Cambiar el partido, de dirigentes y hasta de nombre, mendigar ayuda a las entidades soberanistas, son gestos patéticos y significativos. Tampoco lo tiene fácil.
Mi impresión es que Mas tiene ganas es de largarse en cuanto pueda. Había alcanzado la presidencia de la Generalitat para desarrollar una cierta política que no ha podido llevar a cabo: se ha convertido en un juguete en manos otros, es un simple actor, no es autor ni director. No me extrañaría que tras el 27 de septiembre, al comprobar sus magros resultados electorales, utilice la frase que Josep Pla atribuye a Estanislao Figueras, presidente de la I República española, justo un minuto antes de dimitir: "Me voy porque estoy hasta los c… de todos nosotros".
fuentes http://politica.elpais.com/politica/2015/06/23/actualidad/1435081576_397389.html

La publicidad de la Iglesia

Por el espacio que ocupa y los ingresos económicos que proporciona, la publicidad es un elemento esencial de los periódicos. Y por ello, susceptible también de generar protestas. Es lo que ha ocurrido con el suplemento publicitario de la Conferencia Episcopal EspañolaXtantos, incluido en la edición impresa de EL PAÍS del 4 de junio.
Dicho suplemento, de 16 páginas, difundido también ese mismo día por los principales diarios impresos españoles, tenía como objetivo animar a los contribuyentes a que marquen la casilla correspondiente a la Iglesia en la declaración de la renta que deben presentar próximamente.
Varios lectores me han escrito, indignados con esta publicidad. Fernando Ontañón, lector de EL PAÍS desde el número uno y suscriptor del diario, concluía su mensaje con esta frase: “Me da mucha pena ver el giro que ha emprendido el periódico hace un tiempo ya y mucha más pena me dará cuando llegue el día de la renovación de la suscripción y decida no hacerla”.
Muy crítico se mostraba también José Luis Barcaiztegui, lector del País Vasco, en un mensaje en el que relataba la “desagradable” sorpresa de encontrarse con el suplemento Xtantos. “Indignante fue encontrar artículos defendiendo la exención del IBI a la Iglesia o haciendo publicidad de su propiedad de la Mezquita de Córdoba. Y pasé a preguntarme por qué EL PAÍS ha aceptado esa publicidad ¡16 páginas! de la Iglesia católica, la de la Conferencia Episcopal Española, no la de los fieles. Debería prever que podía ser indigesta para muchos lectores y suscriptores como yo, ateos y activistas contra la jerarquía católica y sus desmanes”.
Los principales diarios impresos españoles incluían el mismo cuadernillo de la Iglesia católica
Otra lectora, Carmen F. Morillo, me confesaba también en un correo el “estupor” que le produjo un suplemento, “que incluye comunicaciones comerciales explícitamente evangelizadoras y de naturaleza política en relación con la controversia social y política generada en torno al uso y propiedad de la Mezquita-Catedral de Córdoba”. Y añadía: “Pensaba que EL PAÍS tenía normas de autorregulación aplicables a sus contenidos publicitarios. Veo que no”.
Eduardo Abad mencionaba en su mensaje un artículo de los principios fundacionales de este diario -“EL PAÍS rechazará cualquier presión de personas, partidos políticos, grupos económicos, religiosos o ideológicos que traten de poner la información al servicio de sus intereses”-, para sustentar su queja.
Lo cierto es que tal y como me ha explicado el director gerente de EL PAÍS, José Luis Gómez Mosquera, el periódico viene publicando este cuadernillo desde 2010. Y lo hace exactamente igual que los principales diarios impresos españoles.
Entiendo perfectamente que esta publicidad pueda molestar a algunos lectores, pero no veo que haya razones para que EL PAÍS la rechace.
La publicación de Xtantos desde 2010 no ha condicionado la independencia informativa de EL PAÍS respecto a la Iglesia católica española. Su contenido tampoco atenta contra los principios de este periódico, ya que se limita a publicitar la misión global de la Iglesia, con el objetivo de solicitar la ayuda económica de los contribuyentes en vísperas de la presentación de las declaraciones de la renta.
Es evidente que las informaciones de este diario respecto a la propiedad de la Mezquita-Catedral de Córdoba, o al pago del IBI por parte de la Iglesia, están en las antípodas de lo expuesto en el suplemento Xtantos. Pero aceptar una publicidad no significa sumarse a la tesis que defiende, ni apoyar la visión que se da en ella de un determinado producto u organización. Por eso, tanto el diseño de estas páginas como su tipografía las diferencian claramente de los contenidos editoriales.
En mi opinión, el problema lo plantearía una publicidad que colisionara con los principios de EL PAÍS o con derechos en cuya defensa está especialmente comprometido este periódico; en este caso, la dirección podría vetarla con toda razón. No creo que tuviera cabida una campaña que abominara, por ejemplo, del derecho al aborto. No siendo así, la Iglesia puede anunciarse en EL PAÍS como cualquier otra organización o empresa
fuentes http://elpais.com/elpais/2015/06/12/opinion/1434137427_796183.html
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