sábado, 26 de enero de 2013

La esfinge de la Moncloa

Mariano Rajoy es un hombre que se toma los asuntos de Estado con calma, que no se pone nervioso en las crisis, que no se precipita para solucionar los problemas. Los enemigos le acusan de indolente, pero quienes le conocen aseguran que no es pereza, sino su manera de resolver los desafíos. Alguna vez ha declarado a sus colaboradores que los asuntos complicados hay que afrontarlos con más paciencia que determinación. En el libro titulado En confianza (Planeta), que escribió poco antes de las elecciones, lo expresa claramente: "Las cosas hay que pensarlas... No se puede reaccionar improvisadamente, esperando que un nuevo gesto de prestidigitador acabe convenciendo al público". Gran aficionado como es al ciclismo, si se hubiera dedicado profesionalmente a este deporte no hubiera sido un ciclista de grandes escapadas, sino uno de esos que prefieren ir cómodamente con el grupo y buscar la victoria al sprint. Eso le ha permitido resistir en el PP cuando se le discutía su liderazgo, alcanzar la presidencia después de haberlo intentado en dos ocasiones y, ya como jefe del Ejecutivo, soportar las presiones sobre el rescate de España. Sin embargo, puede ser un inconveniente para dar una salida a la situación que vive Catalunya, porque en este territorio la realidad anda acelerada.

Ante el proceso soberanista iniciado en el Parlament, Rajoy ha preferido callar para no aumentar el ruido. Es una manera de afrontarlo, pero debería hacer algún gesto para que se viera que lleva la iniciativa. Sin embargo, todo apunta a que no va a mover ficha con Catalunya, pero el ajedrecista sabe que se le acaba el tiempo. La presidenta del PP catalán, Alicia Sánchez-Camacho, le lleva insistiendo sin demasiado éxito acerca de la necesidad de buscar un acuerdo de financiación que no acabe de asfixiar a Catalunya. Pero Rajoy prefiere pensar que en el 2014 ya abordará el asunto, no porque sea el tricentenario del asedio borbónico a Barcelona, ni porque sea el horizonte de la consulta soberanista, sino porque es cuando concluye el actual modelo de financiación de las autonomías.

El jueves, mientras las portadas de la prensa abordaban la declaración sobre el derecho a decidir, en su interior se informaba acerca de algo que es un anuncio de lo que viene por delante: el Ministerio de Hacienda cancelaba la ayuda al Macba con el argumento de que la Generalitat ha incumplido la ley de Estabilidad Presupuestaria. La venganza es un plato que se come despacio, pero resulta indudable que puede resultar indigesto. Es evidente que los próximos meses van a estar cargados de mal humor y Rajoy no puede limitarse a ejercer de esfinge. La esfinge griega planteaba enigmas que debían resolver los tebanos. Estaría bien que la esfinge de la Moncloa se planteara cómo salir de esta antes de que los catalanes den respuesta al enigma.

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