jueves, 10 de enero de 2013

Un marqués en chándal

Vicente del Bosque es un hombre que ha sabido ganarse el respeto de los jugadores y de la grada por su apuesta futbolística y por su talante conciliador. El Balón de Oro como mejor entrenador que recibió el lunes en Zurich resulta el reconocimiento a su categoría profesional y humana. En cuatro años al frente de la selección ha conseguido el Campeonato del Mundo y la Eurocopa, al tiempo que acumulaba un récord de victorias. Por eso, el público del planeta fútbol le aplaudió con ganas en el Kongresshaus cuando subió a recoger el premio de manos del seleccionador del Brasil, Felipe Scolari. Por eso y por un discurso en el que pidió a sus colegas una actitud más reflexiva en el terreno de juego: "Todos queremos ganar, pero creo que aún es más importante defender el fútbol. Los entrenadores tenemos la responsabilidad y la obligación de proteger y cuidar este deporte, tenemos que velar por las actitudes y por los comportamientos". Unas palabras que no debieron gustar a José Mourinho, que rechazó la invitación a la velada, ni seguramente a Florentino Pérez, que las escuchó en directo en Zurich.

El entrenador salmantino cumplirá este 2013 diez años de su despido por Florentino Pérez, que no quiso renovarle el contrato, a pesar de que acababa de ganar la Liga: "Después de muchas horas de reflexión, llegamos a la conclusión de que Vicente del Bosque había cumplido un ciclo, presentaba síntomas de agotamiento y no era el entrenador de futuro para el Real Madrid." A Del Bosque, ser tratado como un yogur caducado le molestó sobremanera. No sólo acababa de levantar el título liguero, sino que en cuatro años había ganado dos Champions, una Copa Intercontinental, una Supercopa de Europa, y otra Liga. Un historial espectacular pero que al presidente de la casa blanca le parecía insuficiente. Aquel Madrid de los galácticos necesitaba un entrenador de diseño, así que prefirió a Carlos Queiroz para entrenar a los Beckham, Figo, Ronaldo o Zidane. Vicente del Bosque era un técnico que prefería el chándal al traje italiano, el discurso sensato a la elucubración arriesgada. Y eso no iba con los tiempos. Se fue sin hacer ruido, pero disgustado. Así se entiende que, siendo campeón del mundo, rechazara la insignia de oro del Madrid. "Ya habrá tiempo más adelante".

Del Bosque se marchó, y cogió al Besiktas turco a media temporada. Pero no pudo enderezar una nave que hacía aguas por todas partes. Cuando parecía que su tiempo había pasado, fue rescatado por Ángel Villar para sustituir a Luis Aragonés, que acababa de ganar una Eurocopa. Clasificó a España para el Mundial de Sudáfrica y en su debut con la roja perdió ante Suiza por 1-0. Del Bosque recibió palos y, buscando culpables, la prensa deportiva de Madrid señaló a Busquets. Entonces él dijo una frase que ya es historia: "Si fuera actualmente jugador, me gustaría parecerme 

a Sergio". El entrenador dio la cara y el equipo lo agradeció. Del Bosque

no tuvo inconveniente en escuchar 

la opinión de los capitanes (Xavi, Puyol, Iker), para mejorar la posición

en el campo, y no se perdió ningún partido más. España se convertía por primera vez en la historia en campeona del mundo. Esta semana declaró con su lógica de hombre sabio: "El futbolista debe creer que manda él".

Al frente de la roja, la sensatez de Del Bosque ha sido un ejemplo para todos. Ahí está la cariñosa relación con su hijo Alvarete, con síndrome de Down; las palabras respetuosas hacia Catalunya, cuando defendió la capacidad de los pueblos de decidir su futuro, o su defensa de los valores del deporte, por encima de las victorias.

Del Bosque ha pasado de apuntarse al paro a ser Balón de Oro, de hombre de chándal a marqués. Pero sigue siendo la misma persona de principios que cuando llegó al fútbol base madridista.

Leer más: http://www.lavanguardia.com/opinion/articulos/20130110/54361733706/un-marques-en-chandal-marius-carol.html#ixzz2HazqhxSr
Síguenos en: https://twitter.com/@LaVanguardia | http://facebook.com/LaVanguardia

No hay comentarios:

Publicar un comentario