Salir de la crisis”. Es el “mantra” con el que se desayunan desde hace meses en los institutos de estudios económicos, en el Ministerio de Economía, en las asociaciones de consumidores, en los hogares que no llegan a fin de mes… Está claro que con las medidas de austeridad (recortes del Estado del Bienestar y aumento de impuestos) solamente, España no va a salir de la crisis.
También está claro que es de las familias de donde tiene fluir la sabia que anime la demanda interna. Mayor dinamismo en el consumo de las familias españolas impulsaría la inversión en las empresas. Los empresarios, a su vez, generarían nuevos puestos de trabajo. En definitiva, se trata de reproducir el “Cuento de la Lechera”, sólo que esta vez no se nos puede romper el cántaro y, además, se nos está acabando el tiempo.
Las reformas que nos ha pedido Bruselas, las que los expertos del FMI y otros grandes organismos internacionales, son medidas que tendrán efectos, en el mejor de los casos, a medio plazo. Transformaciones como la liberalización de sectores regulados, la unificación de mercados interiores o mayor competitividad de las pymes frente a las grandes empresas, precisan de cambios normativos que no son fáciles de desmontar sin perder la seguridad jurídica.
No se pueden cambiar las cosas para que todo siga igual
Como ejemplo, baste la tan anunciada Ley del Emprendedor en el programa electoral del PP y en las sucesivas comparecencias públicas de los ministros económicos desde que se formó este Gobierno. Es cierto que las reformas deben ir encaminadas a conseguir que en España no se pague el ADSL más caro de Europa o que no tengamos la tarifa eléctrica más alta de la UE.
Pero las familias españolas necesitan aumentar su renta disponible desde mañana mismo porque de lo que se trata es de que no siga creciendo el número de familias que están por debajo del umbral de la pobreza y que amenaza ya a 11 millones de personas en nuestro país. Esas de las que sólo se hace eco con cierto éxito la prensa extranjera, como el “New York Times”.
Desmitificar los “tabúes” de la economía española
Y para ello son necesarias medidas valientes e imaginativas que inicien un asalto a las estructuras empresariales del tejido español, inmutables desde los años del franquismo en muchas ocasiones. Se trata de preparar un “traje a medida” para los problemas particulares de España y no aplicarle el “patrón estándar” del FMI. Apunto tres medidas que generarían dinerito contante y sonante desde el primer momento en que empezasen a aplicarse en los presupuestos familiares, pero hay muchas más:
Horarios europeos: Antes de cambiar nada con a reforma laboral, habría que ver cuánto dinero estamos perdiendo en las empresas por no tener los mismos horarios que nuestro principal cliente: Europa. Las operaciones comerciales que se pierden por no trabajar a la misma que nuestros socios están en la raíz de la pérdida de competitividad.
Teletrabajo: Y ya puestos, en el terreno energético, ¿alguien se ha parado a pensar si podemos seguir pagando la factura de carburantes que pagan las familias españolas en desplazamientos? El ahorro familiar que permitiría el teletrabajo en un país en el que llenar el depósito es el doble de caro que hace un año y medio no se puede desdeñar.
Genéricos: ¿Es de recibo que en un país en el que se está produciendo un ajuste de prestaciones sanitarias brutal se mantenga uno de los índices de venta de medicamentos genéricos más bajos de Europa? ¿Cómo es posible que en países como Suiza o Alemania, cunas de la industria farmacéutica, haya un porcentaje de medicamentos genéricos del 40% y en España, sólo llegue al 8%? ¿A quienes están tomando el pelo?
fuentes http://financialred.com
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