DURANTE el 2012, la situación política en España ha estado marcada por la necesidad de resistir las turbulencias de la crisis económica y capear el fuerte malestar social originado por las duras políticas de ajuste y la subida de impuestos, incluido el IVA. En este sentido, dos huelgas generales han impactado sobre el primer año del Ejecutivo presidido por Mariano Rajoy, que ha tenido que gobernar impulsando políticas económicas contrarias a lo que prometió en su programa electoral. El gran objetivo del Gabinete popular ha sido atravesar el año sin solicitar el rescate a las autoridades europeas a la vez que ha intentado transmitir una imagen de estabilidad a los mercados, algo que parecía imposible durante los meses del verano. Con la prima de riesgo desbocada y 5,8 millones de parados, el reformismo del PP ha chocado contra demasiadas inercias y problemas. El escaso éxito de la amnistía fiscal ha puesto en evidencia la dificultad de emitir a la vez mensajes de sacrificio y medidas que muchos consideran injustas. 
Las elecciones andaluzas representaron un duro revés para el PP, que ganó en las urnas pero no pudo romper la mayoría de izquierdas en esa comunidad. En cambio, los populares revalidaron cómodamente la mayoría absoluta en Galicia, un éxito que sirvió para asentar la línea del presidente español. Mientras, en las elecciones autonómicas vascas, el PNV regresó al poder y la izquierda abertzale logró, con la coalición Bildu, convertirse en la segunda formación de la Cámara de Vitoria. Con el final de ETA bien encarrilado y un nuevo Ejecutivo nacionalista que da prioridad a la recuperación económica, Euskadi ha pasado a un segundo plano de la agenda de la Moncloa. La celebración anticipada de elecciones en Catalunya, a rebufo de la multitudinaria manifestación del Onze de Setembre y de la imposibilidad de negociar un nuevo pacto fiscal, ha convertido la política catalana en el otro aspecto dominante en España, junto a la crisis económica. CiU, que ganó los comicios pero acusó un fuerte retroceso en votos y escaños, gobernará con el apoyo de ERC mediante un acuerdo que incluye la celebración de una consulta soberanista antes del 2014. El Gobierno ha reiterado que ningún proceso podrá desarrollarse fuera de lo que marca la Constitución. Asimismo, la nueva ley de Educación ha suscitado un amplio rechazo en la sociedad catalana. 
El mismo año en que el juez Garzón era inhabilitado y que el expresidente valenciano Camps era declarado "no culpable" en el caso de los trajes, estalló el caso Bankia, un ambicioso proyecto financiero vinculado estrechamente al centroderecha, especialmente en Madrid y en Valencia, que había crecido mediante la fusión de varias cajas de ahorros que apostaron por dudosas inversiones inmobiliarias. Este asunto puso sobre la mesa la lucha de poder entre familias populares y la responsabilidad de los órganos reguladores, especialmente del Banco de España. El impacto exterior del caso Bankia incrementó la desconfianza hacia nuestro país y aceleró la petición del rescate bancario a la UE, para sanear el sistema financiero español, mediante la creación de un llamado banco malo, que dará salida a los activos tóxicos de las entidades rescatadas. 
A pesar del clima de malestar social, el PSOE no consiguió remontar en las encuestas ni conectar con la oleada de descontento. Alfredo Pérez Rubalcaba ha mantenido el liderazgo y no se ha visto abiertamente cuestionado por las derrotas socialistas en Galicia, Euskadi y Catalunya. Así las cosas, la construcción de una alternativa al PP aparece hoy como una tarea extremadamente complicada para la izquierda, que se ha visto superada en la calle por los sindicatos y los nuevos movimientos sociales, algunos nacidos a partir del 15-M. El descrédito y la desconfianza hacia los políticos no han dejado de crecer durante el 2012. 
Mientras la recuperación económica parece lejos y el paro amenaza con aumentar, la cuestión catalana y la reconstrucción de la credibilidad ante Europa son los temas más urgentes en la carpeta de Rajoy, cuya mayoría absoluta le permite maniobrar con cierta facilidad a pesar del viento en contra.
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