Vivir peligrosamente

SE cumple, a lo largo de esta semana, un año de la investidura de Mariano Rajoy como presidente del Gobierno, su toma de posesión en la Zarzuela y el posterior anuncio público de su primer y único Ejecutivo hasta la fecha. Un año en el que ha habido dos huelgas generales, un fuerte incremento impositivo, ha continuado la imparable escalada del desempleo iniciada en el 2008, las desigualdades sociales se han incrementado y las costuras territoriales han saltado por los aires. De todas maneras, sería injusto realizar este análisis fuera de la excepcionalidad en que se encuentra España, la crisis económica que padece, la herencia recibida, el peso de España en el concierto internacional, la intransigencia de Alemania a la hora de fijar las políticas económicas y la incapacidad de Bruselas de equilibrar políticas de austeridad y de crecimiento. En ese contexto, el PP es obvio que pierde apoyos electorales (aunque ha ganado en Galicia y subido ligeramente en Catalunya) en porcentajes importantes, según vienen señalando las encuestas, pero el PSOE tampoco está aún en condiciones de recogerlos. Salvadas todas las distancias, en Catalunya el desgaste de CiU en las urnas tampoco ha ido al PSC, que ha obtenido los peores resultados de su historia, lo cual acaba de provocar un agitado debate en el consejo nacional del partido, como explicamos hoy en Política. Precisamente me insistía ayer por la mañana con vehemencia el ministro del Interior y representante catalán en el Ejecutivo, Jorge Fernández Díaz, que ningún gobierno desde la transición había asumido una situación tan dura y compleja y, recurriendo al título de la película El año que vivimos peligrosamente, protagonizada por Mel Gibson y Linda Hunt y de la que ahora se cumplen 30 años, asegura que todos sus compañeros de Gabinete se han sentido estos doce meses como el actor australiano en Yakarta.

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