domingo, 23 de diciembre de 2012

Trenes fantasma

España debe ser de los únicos lugares de la tierra donde se han construido aeropuertos sin aviones, autopistas sin automóviles y trenes de alta velocidad sin pasajeros. Estas infraestructuras fantasma inspirarían a cualquier escritor del género de terror, pues pocos escenarios resultan tan espectrales como, por ejemplo, una estación de tren sin gente en la mitad de la nada. Si un día la UE nos rescata, deberíamos ocultar con grandes lonas estas instalaciones a fin de no oír los gritos de los funcionarios de Bruselas ante tanto dispendio absurdo. Esta semana se ha sabido que el Ministerio de Fomento ha recibido un informe de Ineco sobre el uso de las estaciones de ferrocarril gestionadas por Adif. Sólo en Andalucía, y aunque parezca una broma, de las cuarenta analizadas, la mitad tiene menos de un pasajero al día. La ruta Almería-Linares-Baeza transporta 0,1 viajeros por kilómetro al año y Roda-Algeciras, apenas 0,6: al Gobierno le saldría más barato que estos escasos pasajeros pidieran un taxi Mercedes para su itinerario y que su coste lo abonara Fomento. El ahorro sería descomunal.

Las rutas de media distancia sin apenas clientela son igualmente numerosas en Galicia y Castilla-León, pero también hay estaciones sin pasajeros en Castilla-La Mancha, Aragón, Asturias, Cantabria o Madrid. En Galicia existen veintiún pueblos donde las instalaciones son utilizadas por menos de un pasajero al día. Los casos más llamativos son los de Ponteboada o Bandeira, donde el promedio de pasajeros al año asciende a once personas. En Castilla-León, las estaciones fantasma, con menos de un usuario diario, son cuarenta y siete. En Villaverde de los Cestos se mantiene un apeadero con cinco personas al año y en Pedralbas, con ocho. En La Pereda de Asturias y en Muriendas de Cantabria el promedio anual es de dos y un pasajero al año. Todo un lujo disponer de más personal que clientes.

El dispendio de mantener tanta infraestructura para nada alcanza la cifra de 454 millones de euros. El Consejo de Ministros del pasado viernes acordó pagar a Renfe las compensaciones por obligación de servicio público, lo que resulta una ruina que no beneficia a nadie y un disparate en tiempos de recortes de servicios de primera necesidad. El Gobierno de Rajoy le ha hecho saber a la compañía que no piensa seguir subvencionando estas líneas, así que habrá que suprimir trayectos, que serán sustituidos por autobuses o vehículos privados. El secretario de Estado de Infraestructuras tuvo que reconocer que es más económico pagar un taxi al pasajero que seguir operando en determinadas rutas.

Si un día España es intervenida, los hombres de negro pueden infartar descubriendo situaciones que generan vergüenza. En este país se ha tirado tanto dinero que hay que pensar que las infraestructuras eran inútiles, pero aún lo son más sus gestores.

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