sábado, 22 de diciembre de 2012

Perdidos en el bosque

El jueves se cumplieron 200 años de la publicación en Kassel de Die Kinder und Hausmärchen (Cuentos infantiles y del hogar) de Jacob y Wilhelm Grimm, dos individuos que pusieron sobre el papel los relatos infantiles que recopilaban en tabernas, talleres y mercados. Los hermanos Grimm llenaron la cabeza de muchos niños de hadas madrinas, castillos encantados, princesas y casitas de chocolate. Pero, pese al éxito alcanzado, los alemanes no fueron precisamente justos con los Grimm. Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, su obra fue despiezada sobre un quirófano para encontrar en ella todos los males posibles, el mayor de ellos, el de haber expresado la parte más oscura del alma alemana.

Entre el 11 de septiembre y el 25 de noviembre, este país pareció entrar en un cuento de hadas. Del mismo modo que hubo una parte de la población que se sintió especialmente amenazada, un sector mayoritario descubrió en la propuesta del Estado propio la llegada de un universo hecho de casitas de chocolate y caramelo. Hoy, digerido el imprevisto desenlace de las elecciones del 25-N y constatado -para tristeza de algunos- que el pacto de gobierno conseguido era la única opción viable, el camino que lleva al futuro parece sembrado de madrastras malvadas, cadáveres descuartizados y monstruos, muchos monstruos. 

Como los niños perdidos que aparecen en los más angustiosos cuentos de Grimm, los catalanes son hoy almas extraviadas en la oscuridad del bosque. Con un objetivo, huir de ese monstruo que les susurra al oído: "Antes que perecer yo, os descuartizaré a vosotros...".

De la magia a la realidad. Nunca como hoy la vida política catalana había alcanzado un tan elevado grado de tensión. Esa tensión es fruto tanto de los propios errores como, sobre todo, de la infinita capacidad de presión del Estado, entendida como tal el conjunto de políticas que emanan del Gobierno español. Pese a que en Catalunya se critica esa manera de proceder, monolítica, no estaría mal que adoptara algo de ese consenso cerrado, porque la contienda que se avecina es de las que pueden ser definitivas. 

Sociedad neurotizada, plural hasta la extenuación, Catalunya es capaz de emular lo mejor de otros modelos (país de pymes germanófilas y élites económicas formadas en EE.UU.) pero también de enredarse en tradiciones menos recomendables, como la italiana. Además, duda periódicamente de sus fuerzas y capacidades. Debe dejar de hacerlo: redefinir sus relaciones con España en medio de la peor crisis económica en setenta años es una tarea que exigirá la máxima de sus fortalezas. Por eso debe pensar que nada, nada, va a romperla por dentro.

Volviendo a los cuentos de los Grimm: el monstruo seguirá susurrando toda clase de amenazas. Pero los niños deberán hacer oídos sordos, cerrar los ojos y seguir su camino. Porque saben que el miedo es su peor enemigo.

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