jueves, 27 de diciembre de 2012

La ballena

Hasta el próximo lunes todos los que quieran pueden optar a poner nombre a la ballena que durante décadas -de 1925 al 2010- estuvo en el Museu de Ciències Naturals de la Ciutadella de Barcelona y que ahora está en el Museu Blau, en el Fòrum. Yo, ahí no la he visto nunca, pero en el Museu de Ciències Naturals, sí, cada vez que iba, de niño. Hay que decir que de la ballena sólo quedan los huesos. Es un puro esqueleto, que impresiona por su tamaño. En la web del museo explican su historia, y de qué tipo de animal se trata exactamente: "Una ballena de la especie rorcual común (Balaenoptera physalus) de casi 20 metros de longitud encalló en Llançà en junio de 1862. La noticia salió en los diarios y motivó la visita de personajes ilustres como Narcís Monturiol o Paul Gervais, un reputado zoólogo francés que quiso comprar el esqueleto pero tanto el pueblo de Llançà como las autoridades prefirieron que se quedase en algún museo de Catalunya. El viaje en barco desde la Costa Brava hasta Barcelona fue el primero de una serie de traslados que este esqueleto ha resistido a lo largo de 150 años".

El concurso para encontrarle un nombre nace para celebrar este centésimo quincuagésimo aniversario. Normalmente los animales no tienen nombre. Los jabalíes, los rebecos, las águilas, nacen, crecen y mueren sin que nadie se tome la molestia de bautizarlos. Pero los domésticos, sí. Los perros y los gatos, por ejemplo: Bobi, Luna, Pulga... He oído nombres de todo tipo, también de políticos, para denigrarlos: Stalin, Franco... No acabo de entender que, si tienes un animal que se supone que aprecias, le pongas el nombre de un político odiado, sólo por la guasa. Mi gran sorpresa fue el día que descubrí que también hay quien les pone nombres de personas sin connotación de burla. El primero de este tipo fue un perro pequeño, negro y peludo a quien sus amos llaman Jaume. El caso más espectacular me lo explicó Bernardo Atxaga, que, en el pueblo navarro al que fue a vivir hará veinte años, encontró a un hombre tan primario que, incapaz de imaginar un nombre para su perro, lo llamaba directamente Perro. "¡Ven aquí, Perro! ¡Siéntate, Perro!".

Hasta ahora nuestra ballena no ha tenido nombre y eso no le ha acarreado ningún trauma. Pero el mundo se ha convertido en un tiovivo en el que es básico salir en los medios de comunicación para atraer clientes. Un concurso como este aparecerá en la prensa e ilusionará a los niños, que querrán ir a visitar esa ballena que habrán contribuido a bautizar. Lástima que haya un jurado que escogerá entre todos los nombres que reciban y seleccionará diez finalistas. Si no fuese así -si pudieses votar libremente los nombres que quisieses y no sólo uno de los diez que el jurado habrá escogido-, sabiendo cómo es la gente, les aseguro que la ballena del Museu Blau acabaría llamándose Falete.

Leer más: http://www.lavanguardia.com/opinion/articulos/20121227/54356645684/quim-monzo-la-ballena.html#ixzz2GHUb9AbP
Síguenos en: https://twitter.com/@LaVanguardia | http://facebook.com/LaVanguardia

No hay comentarios:

Publicar un comentario