miércoles, 12 de diciembre de 2012

Un gobierno de unidad nacional

o sabremos el alcance de los cambios que estamos viviendo hasta que hayamos saltado la muralla que separa el mundo de ayer y el de mañana. Me siento incapaz de formular una aproximación a las consecuencias de la crisis, que se está llevando por delante viejos conceptos, muchos ahorros y patrimonios y también la seguridad de que los puestos de trabajo eran fijos.

La política social de mercado ya no garantiza la estabilidad económica de personas e instituciones. En buena parte, porque el crecimiento que hemos experimentado en los últimos treinta años era más ficticio que real, respondía a la extraña práctica de trabajar con dinero inexistente y hacernos creer que los beneficios de particulares, empresas, bancos y grandes multinacionales se debían a la inteligencia de ejecutivos que hacían inicuas maravillas con los números.

La economía se convirtió en una fantasía alimentada por unos magos que sacaban panes de las piedras. Podemos buscar responsables en los políticos conservadores o progresistas estableciendo la simetría entre un "pensador de derechas" o un "intelectual de izquierdas", dos categorías de gentes que han creado muchos más problemas de los que pretendían resolver y que cuando teorizan sobre cuestiones controvertidas, sentimentales y pasionales, complican más los conflictos, hasta hacerlos insolubles.

Estamos ahora ante un debate de grandes dimensiones entre Catalunya y España que ocupará la atención de la política catalana y española durante un largo tiempo. No voy a repetir la opinión de que el debate nacional y el debate social no pueden juntarse en tiempos de crisis como el que vivimos. Por cuestiones prácticas y humanas. Un gobierno débil como el que saldrá de la investidura de Artur Mas no podrá mantener abiertos los dos frentes si antes no resuelve las necesidades más perentorias de millones de catalanes que viven en situaciones muy precarias y sin horizontes para encontrar un trabajo dignamente retribuido. La respuesta de las urnas al president Mas iba en esta dirección.

ERC esquiva entrar en el Govern, supongo, porque sabe que la austeridad castiga a quien la practica desde el poder y porque estar con el Govern y en la oposición es una situación muy cómoda pero muy peligrosa para cuando se abran de nuevo las urnas.

O se intenta formar un gobierno de unidad nacional que consiste siempre en ceder parcelas de poder para aportar estabilidad al país, o la breve legislatura que se avecina se puede llevar por delante al president Mas y la consulta soberanista, que será uno de los ejes principales del próximo Govern.

No sé cuántas formaciones podrían entrar en este hipotético gobierno de unidad. Todas las posibles para dedicar esfuerzos a paliar la crisis que afecta a tantas personas. Me temo que si no se hace así las tensiones sociales aumentarán. Y no serán políticas.

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