A principios del 2009, poco después de publicar Quiet, me llamó el productor de cine Xavier Atance para hablarme de una personaje desconocido que, según él, merecía una película. Era Ferran Sunyer i Balaguer, un matemático nacido en Figueres en 1912 que había conseguido proyección internacional a pesar de los grandes obstáculos que le tocó superar. A mí el nombre me sonaba. Me rondaba por la cabeza haber leído algún artículo sobre él entre las muchas réplicas que recibió Adolfo Suárez cuando, en una enésima prueba de ceguera española monolingüe, declaró en Paris-Match que la lengua catalana estaba muy bien, pero no servía para la física cuántica. La reacción de muchos científicos catalanes fue inmediata. El elogio del matemático Ferran Sunyer lo firmaba el ingeniero Ferran Carbona, de quien luego supe que era su primo, exiliado en París. En el artículo de Carbona nunca salía una cuestión capital: Sunyer nunca pudo ni caminar ni escribir ni atarse un botón ni comer solo. Era totalmente dependiente. Pluridiscapacitado.
Su vetusta silla de ruedas preside uno de los tres ámbitos de la exposición La superació d'un matemàtic que se inauguró este lunes, día 10, en el Saló de Descans del Teatre Municipal El Jardí de Figueres. La exposición consta de tres ámbitos presentados en el interior de tres enormes recipientes que ponen en crisis la difusa frontera lingüística que establece el catalán entre capsa y caixa. En la primera el discurso se centra en el entorno familiar de Sunyer, básico para entender su paradójica condición de discapacitado capaz. Por razones novelescas, el núcleo familiar de los Sunyer pronto quedó reducido a su madre (Àngela Balaguer) y sus tres primos (Maria, Àngels y Ferran Carbona). Y cuando en 1955 murió la madre sus primas continuaron ocupándose de él doce años más. El segundo de estos enormes receptáculos expositivos está dedicado a sus trabajos matemáticos. Sunyer, marginado por el sistema universitario franquista, recibió el premio Prat de la Riba en 1948 por parte del tímido catalanismo resistente, publicó sus trabajos en revistas europeas, rehusó ir a Madrid a recibir el premio Francisco Franco, asistió a congresos internacionales y acabó trabajando para la US Navy. El último ámbito expositivo muestra su capacidad de superación. Aquí refulgen los artefactos a través de los que un parapléjico como él puede desenvolverse durante 55 años de vida plena.
La exposición, que estará en Figueres hasta el 31 de enero, se complementa con un documental producido por Xavier Atance que se emitirá pronto, supongo que a partir de la excelente biografía de Antoni Malet que publicó el IEC. Han pasado casi cuatro años desde aquella llamada. Los Sunyer y los Carbona no sé si merecían película, pero en seguida me pareció claro que merecían novela. Hoy, un azar tan insólito y persistente como la familia Sunyer hace que todo coincida.
Su vetusta silla de ruedas preside uno de los tres ámbitos de la exposición La superació d'un matemàtic que se inauguró este lunes, día 10, en el Saló de Descans del Teatre Municipal El Jardí de Figueres. La exposición consta de tres ámbitos presentados en el interior de tres enormes recipientes que ponen en crisis la difusa frontera lingüística que establece el catalán entre capsa y caixa. En la primera el discurso se centra en el entorno familiar de Sunyer, básico para entender su paradójica condición de discapacitado capaz. Por razones novelescas, el núcleo familiar de los Sunyer pronto quedó reducido a su madre (Àngela Balaguer) y sus tres primos (Maria, Àngels y Ferran Carbona). Y cuando en 1955 murió la madre sus primas continuaron ocupándose de él doce años más. El segundo de estos enormes receptáculos expositivos está dedicado a sus trabajos matemáticos. Sunyer, marginado por el sistema universitario franquista, recibió el premio Prat de la Riba en 1948 por parte del tímido catalanismo resistente, publicó sus trabajos en revistas europeas, rehusó ir a Madrid a recibir el premio Francisco Franco, asistió a congresos internacionales y acabó trabajando para la US Navy. El último ámbito expositivo muestra su capacidad de superación. Aquí refulgen los artefactos a través de los que un parapléjico como él puede desenvolverse durante 55 años de vida plena.
La exposición, que estará en Figueres hasta el 31 de enero, se complementa con un documental producido por Xavier Atance que se emitirá pronto, supongo que a partir de la excelente biografía de Antoni Malet que publicó el IEC. Han pasado casi cuatro años desde aquella llamada. Los Sunyer y los Carbona no sé si merecían película, pero en seguida me pareció claro que merecían novela. Hoy, un azar tan insólito y persistente como la familia Sunyer hace que todo coincida.
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