martes, 27 de noviembre de 2012

Qué bien van las elecciones

Que las elecciones hayan acabado nos deja a algunos sin una de las mejores excusas para ir aplazando comidas de esas que a menudo alguien te propone sin que sepas exactamente por qué caray tenéis que ir a comer. Generalmente la frase es: "A ver cuándo quedamos para comer...". 

No acabo de entender por qué tienes que quedar con alguien para ingerir alimentos. Pasados los primeros años de vida, hasta los más zoquetes acaban sabiendo cómo comer, sea con cuchara, tenedor o cuchillo. Unos lo hacen mejor y otros peor, y con el paso de los años incluso los que lo hacen peor acaban espabilándose. Entonces, sabiendo como sabemos todos comer, ¿por qué tenemos que hacerlo con otra persona, o en grupo? En la mesa la gente tiende a charlar y a menudo pasa que, de tanto charlar, para contestar alguna cosa con la que no estás de acuerdo, o para introducir un matiz a lo que ha dicho otro, los espaguetis acaban por enfriarse. Y no le puedes decir al camarero: "Por favor, páseme los espaguetis por el microondas porque, con tanta charla, ya están fríos". Sin olvidar a la gente que se empeña en pedirte una pizca de lo que tú comes. Si sois dos, en general te coge un poquito, pero si sois muchos y todo el mundo quiere un poquito de lo que comes, acabas con la mitad de la comida que te han servido en el plato.

Por eso van bien las campañas electorales. Porque, cuando llegan, los que nos dedicamos a escribir en la prensa podemos usarlas como excusa para retardar esas comidas compartidas: "No puedo. Voy de cráneo con las elecciones". La respuesta acostumbra a ser: "Ah, pues ya quedaremos después...". Ese es el drama en este momento. Las elecciones fueron el domingo y si no pasa que, tal como han quedado las cosas, toca adelantar las autonómicas, no habrá otras hasta las municipales del 2015. (Las europeas del 2014 no cuentan, porque no hay gran despliegue.) Así pues, ahora que acaba noviembre la estrategia consiste en aferrarse a las fiestas navideñas. Aunque cuando llegan estos días a mucha gente le coge ganas de comidas compartidas, es fácil esquivarlas: "Perdona, pero es que, con tantos días de fiesta en diciembre, tengo que avanzar mucho trabajo. ¿Y si lo dejamos para después de fiestas?". Si cuela, cuela, y como quien no quiere la cosa llegamos a mediados de enero. Mediados de enero es un momento difícil, porque Semana Santa queda lejos. Aunque quizá ahora se podría decir: "¿Y si quedamos cuando ya hayamos obtenido la independencia?". Sería un aplazamiento radical. Pero es una estrategia peligrosa, porque si quien te propone la comida es unionista se echará a reír y dirá: "¡Así no quedaremos nunca!". Si es soberanista aún puede ser peor porque sospechará que te burlas y, para refutar tu escepticismo, te explicará punto por punto los motivos por los que la independencia es pan comido, ahora más que nunca.

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