lunes, 11 de febrero de 2013

Pompeu Fabra zulú

Phiwayinkosi Mbuyazi es filósofo, economista e ingeniero, licenciado en Oxford. Es sudafricano. De la provincia hoy llamada KwaZulu-Natal. Cada domingo publica un crucigrama en zulú en el Sunday Times, en la edición en esta lengua africana que sale en Johannesburgo desde noviembre del 2010. Mbuyazi acaba de publicar AmaYiphendleya IsiQalo Sakho Konke, una novela juvenil que invierte la operación de Harry Potter. Sus cuatro protagonistas, procedentes de una sociedad de tradiciones más bien mágicas, entran en una dimensión paralela en la que domina la ciencia y la tecnología aplicada a la vida cotidiana. A pesar de que el actual presidente sudafricano, Jacob Zuma, habla habitualmente en zulú en el Parlamento, la producción literaria es muy escasa. Tal como pasa con las otras lenguas negras de Sudáfrica (xhosa, tsonga, pedi, ndebele, venda...), en zulú prácticamente sólo se publican libros infantiles. En cambio, dejando de lado el omnipresente inglés, cada año salen entre cien y doscientos libros para adultos en afrikáans (la lengua de los colonos neerlandeses), un idioma que hablan el 13,5% de sudafricanos ante el 22,7% de zuluhablantes. Por eso el tiraje de la novela de Mbuyazi recuerda el de los libros de poesía en catalán de los años cuarenta: 250 ejemplares. Sólo se puede comprar por internet y de momento se han vendido 80. Si tienen algún amigo zulú, escriban a info@mbuyazi.com (también en versión inglesa, por aquello de la cortesía y la valentía).

La gracia de la obra de Mbuyazi es que ha decidido acuñar centenares de palabras en zulú para evitar el préstamo directo de anglicismos para referirse a los avances tecnológicos. Así, los aparatos de aire acondicionado, frecuentes en los hogares de Durban para resistir la canícula del verano zulú aunque innominados, devienen Isilolongamoya, un neologismo formado a partir de tres vocablos zulúes: isi (el truco) lolonga (que controla) moya (el aire). La misma operación sirve para los hornos microondas (Izanyanyana, de iza, ondas, y nyana, pequeñas) o los limpiaparabrisas (Amawusha, en este caso de origen onomatopéyico). La argumentación de Mbuyazi a principios del siglo XXI está en sintonía con la que, hace cien años, afrontaba la lengua catalana. El espíritu científico aplicado a la lengua. Hoy Mbuyazi dispone de crucigramas (nacidos en 1913) e instrumentos digitales. Y también demuestra tener sentido del humor. Como 8 en zulú precisa 17 caracteres (isishizagalombili), Mbuyazi sostiene que el punto de ebullición del agua equivale al tiempo que se tarda en pronunciar 8888 en zulú. También sostiene que la lengua es un ser vivo.

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