martes, 19 de febrero de 2013

Dimisiones


Los partidos, con 300 imputados por corrupción, hace tiempo que decidieron que la mejor defensa era el inmovilismo



¡Por una infracción de tráfico! Recordaba William Chislett, británico y profundo conocedor de España, que Chris Huhne, exministro de Energía, dimitió de su escaño en el Parlamento por tratar de ocultar una infracción de tráfico. Un delito menor y cometido hace 10 años, pero vergonzoso, según las normas a las que están sujetos los parlamentarios. También dimitió, como sabemos, el director de la BBC al poco de ostentar su cargo por un reportaje en el que se acusaba erróneamente a un político de abuso sexual infantil. El director de la BBC no era, como es natural, el autor del reportaje que levantaba un falso testimonio contra un personaje público, pero consideró que su honorabilidad le obligaba a dejar el cargo. También hemos asistido hace unos días a la dimisión de la ministra de Educación alemana, Annette Schavan, por haberse probado que copió gran parte de la tesis con la que se convirtió en doctora. Un pecado de juventud que es posible que no hubiera vuelto a cometer, pero su cargo no permite semejante sombra, ¿qué ejemplo podría dar a los estudiantes alguien que alcanzó su posición copiando?
En España lo deshonroso es dimitir. Se considera que solo se ha de abandonar el cargo si te lo ordena el partido, y los partidos, con 300 imputados por corrupción, hace tiempo que decidieron que la mejor defensa era el inmovilismo. Esa es una de las causas de su desprestigio: no asumen que su posición conlleva una ética, de tal forma que, cada día que pasa, Ana Mato socava con su presencia la credibilidad del sistema.
Algo así está pasando con la monarquía: a diario se pierde un juancarlista y decrece el prestigio acumulado por el Rey en la Transición. La lentitud de los cambios puede hacerse insoportable. Y alguien debería advertir a los que se aferran a su posición que han perdido el crédito que un día se les concedió.
fuentes http://elpais.com/elpais

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