viernes, 8 de febrero de 2013

Popular y de calidad

José Mota ha trasladado el formato de humor que tenía en TVE a Telecinco. Para hacerlo rentable, la cadena privada lo estrenó con una estrategia agresiva: trufando la media hora previa con un alud de anuncios y un making of prescindible. Finalmente, llegó La noche de José Mota propiamente dicha, que mantiene la estructura y el alma de su ancestro en TVE. Mota es un caso peculiar. No es especialmente simpático ni se preocupa de alimentar las babas corporativas y las endogamias promocionales. Centrado en explotar todas las teclas del humor y fanático del cine y de las producciones teatrales de gran presupuesto, Mota ha ido multiplicando los retos de parodia, imitación y creación de personajes. Con los años, ha adquirido un nivel de eficacia que puede compararse perfectamente con el de otros predecesores del gremio pero con unas exigencias de producción inusuales en nuestras televisiones.

Para esta nueva etapa, Mota ha aparcado el histrionismo justiciero y sobreexplotado de El Tío la vara, ha mantenido otros, como La vieja'l visillo y ha creado nuevos, como un Tonto'l cubata que retrata un estereotipo de idiota de discoteca muy identificable. También mantiene los cameos y las colaboraciones. Para este primer programa, la elección fue acertada e higiénica, y define las inquietudes de Mota. Invitó a Alfonso Sánchez y Alberto López, dos inspiradísimos y verborreicos sevillanos (son los responsables de la película El mundo es nuestro, una excelente comedia posberlanguiana, rebozada de actualidad y que, con la ceguera y condescendencia habituales, los premios Goya han ignorado).

Pero la receta Mota depende, en buena parte, de las imitaciones. Por eso ha mantenido la del rey Juan Carlos, que le permite practicar la pirueta de convertir al personaje imitado en imitador (en este caso, de Gene Kelly). El golpe de efecto de este estreno, sin embargo, fue, con diferencia, la excepcional imitación del ministro de Hacienda Cristóbal Montoro. El anuncio de recortes aplicados a la vida cotidiana fue el pretexto para reproducir, con precisión pero también con intención satírica, los peores vicios retóricos de un ministro especialmente desagradable y negligente. Esta voluntad de sátira crítica, que ya caracterizaba la etapa anterior, se mantiene, y Mota insiste en hacer humor sobre la maldad de los banqueros (un cliente que desea pedir un crédito es tratado por los directores de sucursal como si fuera un monologuista de El Club de la comedia) y hace distintas referencias a la degradación política y al ambiente de corrupción que nos contamina (una prueba olímpica de recepción de sobres de dinero negro).

El secreto de la fórmula de Mota radica en la densidad y la diversidad de estímulos. Tiene un lenguaje verbal propio -que ruraliza de un modo exagerado y cómico cualquier realidad-, elementos de humor absurdo (un hombre que arrastra un armario dentro del cual hay un tipo en calzoncillos), latiguillos pensados para provocar contagios de risa tonta (esta vez, "eres mu tonto"), parodias de series (Juego de tronos) o de programas que se están emitiendo (Tu cara me suena, Más allá de la vida o Cuarto milenio). Esta fragmentación vertebra el programa y le da una solidez estructural que, por falta de medios o de talento, a veces se desatiende en otros formatos teóricamente similares. Conclusión: el retorno de José Mota es una gran noticia para la televisión popular de calidad.

Leer más: http://www.lavanguardia.com/opinion/articulos/20130209/54365216577/popular-y-de-calidad-sergi-pamies.html#ixzz2KNwFHAX0
Síguenos en: https://twitter.com/@LaVanguardia | http://facebook.com/LaVanguardia

No hay comentarios:

Publicar un comentario