martes, 10 de septiembre de 2013

Hay que aprender de las derrotas

La política internacional —y el COI hace política internacional— es un ejercicio de equilibrio entre el realismo y la estrategia en defensa de los propios intereses.
La elección de la ciudad organizadora de los JJ OO es el resultado de, al menos, cuatro factores. En primer lugar, las propias condiciones de la ciudad candidata, que permita acoger el escenario que se instala durante los treinta días de celebración de los juegos olímpicos y paralímpicos: sus dimensiones, seguridad, situación, logística, comunicaciones, capacidad hotelera. Hay que estar preparado para recibir a numerosos dirigentes mundiales, a 11.000 deportistas, al menos a 20.000 periodistas y a más de un millón de sucesivos visitantes que permanecerán tres o más días.
Unas condiciones urbanas que cumplen las grandes ciudades occidentales con más de dos millones de habitantes y que los expertos y asesores del COI chequean en las evaluaciones técnicas, en un ejercicio formal y ritual. Evaluar en su integridad una ciudad exige, sin duda, un periodo más amplio y requiere una metodología más compleja que un dossier presentado para ser ciudad candidata a los JJ OO. Pero es una primera condición necesaria.
En la ciudad organizadora tiene que integrarse un gran plató de televisión, un escenario que permita desarrollar el mayor acontecimiento deportivo mundial (por número de espectadores) y con repercusión en los medios de comunicación. Su dimensión se acredita por las cifras. El 63% de la población mundial tuvo acceso en su casa a las imágenes de los JJ OO de Pekín en 2008. Los ingresos por derechos televisivos representan el 47% de los ingresos del COI; y los derivados del patrocinio, el 45%.
La venta de entradas, contra lo que podría suponerse, solo representa el 5%, a pesar de que se vendieron 8,8 millones de entradas para la convocatoria de Londres en 2012.
En segundo lugar, importa la trayectoria deportiva de la ciudad y del país, el valor del deporte como elemento estructural de la educación en la sociedad, respondiendo a la creación del movimiento olímpico por Pierre de Coubertin: “Lo más importante en la vida de los pueblos modernos es la educación”.
No se ha explicado al mundo lo que iba a ver dentro de siete años
En tercer lugar, la estrategia de ampliación y difusión del movimiento olímpico: “La fuerza del olimpismo radica en el aspecto esencialmente humano, y por lo tanto mundial, que hay en su esencia”. El movimiento olímpico no hace política, pero contempla la situación política y apoya las transformaciones a favor de los valores del deporte, de la paz, de la cultura y de la democracia. “El olimpismo es una gran máquina silenciosa”, escribió Coubertin.
Finalmente, los JJ OO modernos contemplan la comunicación y la tecnología como valores incorporados para favorecer la difusión y el desarrollo del movimiento olímpico. La presencia y repercusión de medios de comunicación es un elemento fundamental de los JJ OO. “Londres 2012 lideró una nueva era en las retransmisiones por televisión”, declaró el director de la televisión olímpica, Timo Lume. Londres 2012 tuvo 3.600 millones de espectadores por televisión y las imágenes llegaron a 220 países, lo que contrasta con los 500.000 espectadores de los Juegos de Londres de 1948, los primeros con cobertura televisiva, que solo alcanzó un radio de 64 millas alrededor de la ciudad.
Conocer y comprender la esencia de lo que representa el olimpismo es el primer análisis que se debe hacer cuando se toma la decisión de presentar una candidatura.
Madrid cumplía y cumple adecuadamente la primera condición. Su proyecto olímpico está correctamente diseñado y es el sucesor, con muy pequeñas matizaciones, del que constituyó la candidatura para 2012. Asentado territorialmente sobre el Plan General, la recuperación de espacios urbanos y la utilización de instalaciones como los recintos feriales, el hipódromo y el Club de Campo, el plan cumple las máximas de la ortodoxia de una ciudad organizadora. La villa olímpica se sitúa junto al anillo olímpico, en el sector denominado Nueva Centralidad del Este, en una relación de proximidad que garantiza un modelo compacto y de convivencia entre los deportistas.
Desde la perspectiva de la estrategia de la candidatura, sin embargo, a Madrid 2020 le ha faltado un relato más definido ante los miembros de la 125ª Asamblea del COI. Los Juegos no pueden plantearse como una necesidad, como un bálsamo para la resolución de nuestros problemas, que al mismo tiempo se negaban en Buenos Aires. Ni los políticos, ni los económicos ni los de identidad nacional. Se requiere más realismo y humildad. Demasiadas incertidumbres y riesgos que no están resueltos en este momento histórico de España y que afectan a nuestra candidatura, que ha querido subsanarlos con voluntarismos y llamadas emocionales que no ocultan los déficits reales.
Algunas intervenciones fueron decididamente mejorables, aunque no es el momento de abrir más heridas
Ni estamos en condiciones de definir —no nos corresponde— ni hemos sabido explicar un nuevo modelo de Juegos Olímpicos que respete la voluntad de crecimiento y expansión del movimiento olímpico y lo acomode a los nuevos tiempos. Entre otras cuestiones, las garantías de los patrocinios locales para los JJ OO de Madrid 2020 eran claramente insuficientes.
También el problema del dopaje ha pesado en la candidatura como una losa añadida. La sujeción del dopaje a la justicia ordinaria, con preeminencia sobre la justicia deportiva, genera recelos en las federaciones internacionales. Lo que se le preguntó a la delegación española no era la respuesta judicial al dopaje; lo que querían oír en la respuesta es la estricta vigilancia y cumplimiento de los protocolos de la WADA por nuestras autoridades federativas.
En la presentación formal ante la Asamblea se ha puesto mucha voluntad, pero sin una narrativa, sin un hilo conductor que explicase al mundo lo que iba a ver dentro de siete años. Y algunas intervenciones fueron decididamente mejorables, aunque ahora no es el momento de hacer un análisis crítico y abrir más heridas de las causadas por la derrota.
No hay que olvidar la influencia del presidente del COI, que no vota, pero sigue siendo muy importante en la conformación de los bloques de votantes. Probablemente, si se pudiera hacer una encuesta, el resultado sería de un 90% de los miembros que llegan con su voto decidido y no lo alteran, después de las visitas a las ciudades y la revisión de los dossieres de las candidaturas. Pensar otra cosa es una ingenuidad.
En definitiva, Madrid, más que nunca, debe sobreponerse a la decisión del COI y abandonar el derrotismo y las especulaciones infantiles que tanto calaron en otros tiempos pasados de nuestra historia.
Todos los esfuerzos para que la ciudad y el país sean mejores merecen la pena y Madrid ha demostrado que siente el deporte y que quiere contribuir al movimiento olímpico como una de sus señas de identidad.
En el deporte, necesariamente, hay que aprender de las derrotas.
Ignacio del Río fue consejero delegado de Madrid 2012.

No hay comentarios:

Publicar un comentario