sábado, 21 de septiembre de 2013

De verbena

Esperanza Aguirre es tan chula, en el sentido madrileñísimo de castiza, que a ella no la-hace falta estar en campaña, o en pre-campaña, a la señá Espe se la-hacen otros. A doña Esperanza, varias televisiones, entre ellas su TeleMadrid, le están alfombrando ya con mantones La Gran Vía y prometen bañarla en breve con vinillo de Jerez. Ole que sí. Para qué andarnos con rodeos o subterfugios, malditas sean las circunstancias. La cosa es pa entenderla: una vez que la señá Botella patinó en la carrera olimpista y se ha visto, por activa y por pasiva, que no posee el don de la ex-pre-si-vi-dá, hay unos cuantos gachós, capitaneados por no se sabe qué interfecto, que han decidido que los madrileños nos enteremos de que doña Esperanza se retiró, pero poco.
Si a la señá Botella le ha faltado la gracia de las mujeres de la Corte del Faraón (uséase Gallardón), que son, como las mujeres de Babilonia, las más ardientes que el amor crea, etcétera, a la Aguirre el fuego le sobra. Mejor dicho, la sobra. Y convencidos como están los tipos al cargo de la información autonómica de que Botella es ya una perilla fundida y Aguirre una bomba de relojería, han decidido dedicarle a la susodicha cada tres o cuatro días un publirreportaje. Pa chasco.
A la señora Aguirre se la disputan sus admiradores en varias plazas. Es que todo la sale bien a la gachí. La quieren pa la de los madriles, que aunque está de capa caída, tiene un Ayuntamiento que quita el hipo; pero también para España, que también está de capa caída, pero es que a la señá Espe nada la viene grande. De momento, hay dos que están moscas, la señá Botella y el señor Mariano, que es ver acercarse a la señá Espe y el hombre como que empalidece. La teme más que a un nublao. Y esto es un poco lo que yo veo a nivel PP. A nivel PSOE me harían falta más de 320 palabras. Otro día.

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