lunes, 4 de febrero de 2013

España y su papel en Europa

Confuso e incierto se presentaba el reinado de Witiza. Así empezaba un libro de texto de hace casi cien años al estudiar la historia de los reyes godos. El futuro se presenta siempre envuelto en la confusión y la incertidumbre. Si se le añade el desorden, podemos estar ante la tormenta perfecta, como la que veía Zhou Enlai en un famoso brindis en Pekín: hay una gran agitación bajo el cielo, pero la situación es excelente. 

La crisis que nos aturde a todos se llevará por delante políticos, falsos prestigios, instituciones y maneras de hacer que no podrán perdurar. Nadie se atreve a hacer un diagnóstico de futuro. Ni siquiera trazar una estrategia para devolver la confianza a las gentes. Lo peor y lo mejor de una gran crisis es lo que vendrá después.

No estamos ante un cambio político, sino ante una transformación social que afecta a todos los ámbitos. La corrupción política rampante forma parte de la crisis que afecta por activa o por pasiva a la sociedad civil. En tiempos de euforia se olvidó la decencia, hacer las cosas bien, la responsabilidad y la calidad política de los servidores públicos.

El mal está hecho y sólo nos queda administrar las miserias que han dejado los gestores del sistema y pensar en un futuro en el que se puedan recuperar los rasgos que hicieron de Europa el espacio más próspero y humano del mundo. Lo más importante es cómo quedamos dentro de Europa y, aún más, cómo será la Europa que salga de la crisis después de haber alterado las reglas de juego solidarias de otros tiempos. 

Angela Merkel es favorita, pero no tiene asegurada la victoria en las elecciones de septiembre. La derrota en Baja Sajonia es un indicio de que la coalición entre socialdemócratas y verdes podría desplazar a la CDU si los liberales quedan fuera del Bundestag. En Italia habrá cambios en las coaliciones de gobierno, superada la experiencia de Mario Monti. Francia ha actuado prácticamente por su cuenta en Mali y Gran Bretaña se plantea un referéndum para abandonar Europa o para plantear una pertenencia a la carta.

España corre el riesgo de quedar al margen del futuro que se prepara si no se corta de raíz el clima de sospecha que pesa sobre la clase política. Caras nuevas y actitudes transparentes. Dimisiones. Y no sólo en el Gobierno. La corrupción va contra el bienestar y la libertad de las personas.

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