martes, 18 de junio de 2013

Superman

Siempre he envidiado a las princesas, lo confieso, por lo delgadísimas que se quedan después de parir. Mientras las madres plebeyas vivimos en guerra durante meses con las mallas XL y los sujetadores de copa desmontable, ellas posan en sus jardines, 10 días después del parto, con tacones altísimos y vestidos ceñidos a sus escuálidas caderas, la tripa plana como una tabla de planchar. Hasta ahora, creía que esa era la principal ventaja de la sangre azul, pero reconozco que estaba equivocada.
Mientras la querella contra Messi, que defraudó siendo un chaval rodeado de adultos dispuestos a sacar tajada de su talento a toda costa, apenas deja espacio en los medios para los trapos sucios de Blesa, un individuo mucho más peligroso, infinitamente más dañino para mucha gente, el criterio de Hacienda sobre Aizoon ha pasado casi inadvertido. Y es una pena, porque ahora que se habla tanto de reformular España, la aportación de Urdangarin podría resultar muy valiosa.
Según los técnicos del ministerio, Aizoon pertenecía a ambos cónyuges, pero solo se puede considerar al duque responsable de su actividad. Teniendo en cuenta la naturaleza de los gastos que se desgravaba a través de dicha sociedad, podemos concluir que Iñaki elegía a las muchachas del servicio, que les pagaba el sueldo, que se ocupaba de las reparaciones domésticas y hasta supervisaba los contenidos que sus hijos descargaban de Internet. O sea, que se comportaba como el campeón de la igualdad y la conciliación, al asumir en solitario los proverbiales engorros domésticos que traen de cabeza a todas las mujeres trabajadoras de este país, excepto a la suya. ¿Quién dijo que los cuentos de hadas ya no existen? El novio no solo era alto, no solo era atlético, no solo era rubio y de ojos azules. Ahora resulta que también era Superman. Mujeres de España, ¿no es envidiable?

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