miércoles, 17 de abril de 2013

Ostentación de poder


Más de 10 horas se prolongó la declaración ante el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña de Oriol Pujol Ferrusola. El hijo del expresidente de la Generalitat Jordi Pujol está acusado de “dirigir y coordinar” una trama para amañar los concursos públicos de las estaciones de ITV para lucro personal. Oriol Pujol convirtió su declaración en un acto de ostentación de poder: acudió al juzgado acompañado de la plana mayor de su formación política, y en concreto, de los tres cargos que le han sustituido después de que el 19 de marzo se viera obligado a dejar sus responsabilidades en el partido y en el grupo parlamentario.
Oriol Pujol tiene derecho a plantear la defensa jurídica como mejor le convenga, pero lo que sorprende de esta actitud, entre desafiante y osada, es que invalida tanto el gesto con el que quiso mostrar que colaboraba en la regeneración de la política como la estrategia del presidente Artur Mas de intentar ponerse al frente a la lucha contra la corrupción. Poco antes de la imputación de Oriol Pujol, Mas había convocado a bombo y platillo a los organismos encargados de velar por la corrección y la transparencia en la gestión pública para pedirles un plan de regeneración democrática. Pero ni las palabras ni los hechos han sido en este caso coherentes con esa iniciativa.
Primero, Oriol Pujol abandonó formalmente sus cargos de secretario general del partido y presidente del grupo parlamentario, pero no dimitió ni dejó su acta de diputado. Simplemente delegó sus funciones y al acudir a declarar acompañado de sus sustitutos, proclamaba de forma impúdica que sigue controlando los hilos del poder. De hecho, sigue decidiendo como antes. Pero también en sus palabras hay grandes dosis de impostura. Su reacción inicial ante la imputación fue que dejaba los cargos por razones patrióticas, para no dañar la causa soberanista que trata de liderar. Y en todo momento se ha presentado como la víctima propiciatoria de una campaña contra Cataluña. El martes, al término de su declaración, insistió en que su intervención en las gestiones que se le atribuyen no tenía como finalidad el lucro personal, sino “la defensa del interés general”.
Oriol Pujol trata de preservar su condición de aspirante a suceder a Mas al frente de la Generalitat y a su padre como líder del nacionalismo catalán. Pero, por más que trate de desviar la atención, los hechos por los que está siendo investigado son graves y afectan de lleno a una cuestión esencial en cualquier servidor público: ser digno de confianza. Su estrategia de defensa, basada en el cálculo y la apariencia, no solo ata a Convergència a su suerte judicial, sino que puede acabar afectando a la imagen y al legado político de su padre. Oriol Pujol está incurriendo en algo de lo que también Jordi Pujol abusó cuando ejercía el poder: la pretensión de que él y su partido encarnan a Cataluña y que cualquier cuestionamiento de su actuación o su gestión es un ataque a sus instituciones. Pero Cataluña es mucho más que Convergència y mucho más que la familia Pujol.

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