martes, 9 de julio de 2013

Otra conspiración

Estos días se cumple el primer año desde que se descubrió que un grupo amplio de bancos —la aristrocracia financiera del mundo— había conspiración para manipular a su favor el tipo de interés interbancario de la City de Londres (el libor): cuando querían recibir dinero, estos bancos rebajaban el valor del libor para financiarse barato; cuando necesitaban prestar, lo elevaban para ganar más. Entre las entidades financieras abusivas estaban algunas cuyo capital mayoritario era público, pues habían necesitado ayudas de sus Estados para sobrevivir a la crisis.
Desde entonces aparecen noticias escuetas sobre cómo algunos de esos bancos llegan a acuerdos extrajudiciales para pagar multas (siempre menores que el capital estafado) que palíen el mal que han hecho a cambio de una difusa contrición: no lo volveremos a hacer.
Coindiciendo con este primer aniversario, la Comisión Europea acaba de acusar formalmente a 13 de los mayores bancos de inversión del mundo (los mismos que antes) por vulnerar la ley antimonopolios de la UE e impedir la competencia en el negocio de los seguros de impago de la deuda (CDS, en sus siglas inglesas). Se estima que el valor bruto de los casi dos millones de contratos activos de CDS, supera los 10 billones de euros. 10 veces todo lo que produce un país como España en un año.
Aquí se encuentran los Goldman Sachs (no hay fiesta en la que no participe este banco), Bank of America, Merrill Lynch, Barclays, BNP Paribas, Citigroup, Credit Suisse, HSBC, JP Morgan, Morgan Stanley, Royal Bank of Scotland, Deutsche Bank, etcétera. El vicepresidente europeo, Joaquín Almunia, no solo tenía que tratar sobre las ayudas a los astilleros españoles, sino sobre este otro asunto tan vidrioso. Almunia declaraba: “Sería inaceptable si los bancos de forma colectiva bloqueran a operadores bursátiles para proteger sus ingresos de las transacciones extrabursátiles de derivados crediticios”.
Sería inaceptable pero nadie se sentirá sorprendido por estas prácticas añosas. También estos días, el HSBC llegaba a un acuerdo en EE UU por el que pagará una multa de 1.470 millones de euros debido a haber ignorado las leyes diseñadas para evitar el blanqueo de dinero y bloquear las transacciones con países sancionados por Washington. Esta es la multa (pactada extrajudicialmente) mayor en cuantía, después de otra al suizo USB, en 2009, por facilitar la evasión fiscal (780 millones).
Cuando el escándalo del libor, hace un año, el presidente del organismo regulador británico, Lord Turner, ha declarado: “Seríamos tontos si pensásemos que prácticas semejantes no se han aplicado a otros productos financieros”. La tontería prosigue, y el sector hace bueno lo que escribió Adam Smith hace dos siglos y medio: “Gente del mismo oficio rara vez se reúne tan solo para alegrarse o divertirse sin que la conversación termine en una conspiración contra el público”.

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