martes, 9 de julio de 2013

Almuerzo letal

Discúlpenme la autorreferencia, pero el pasado 15 de marzo sostuve aquí mismo, a propósito de la ya célebre comida del restaurante La Camarga entre la líder del PP catalán y una posible confidenta, que “generalmente las cosas que empiezan mal terminan peor”. Pues bien, aquel augurio se ha quedado corto, y es cada día más verosímil que el almuerzo de marras —del que pasado mañana se cumplen tres años— se convierta en la tumba política de Alicia Sánchez-Camacho.
Por un lado, han ido aumentando las sospechas —EL PAÍS aportaba anteayer nuevos indicios— de que la presunta víctima de la grabación del encuentro no era tal víctima, sino más bien cómplice de aquella burda operación de espionaje, aparentemente inspirada en los protocolos de la TIA, la agencia de Mortadelo y Filemón. Por otra parte, el acuerdo en virtud del cual, hace un par de semanas, Sánchez-Camacho otorgó a Método 3 su “más amplio perdón tanto civil como penal” a cambio de una problemática indemnización, ese acuerdo —desautorizado por la Fiscalía, por el PP catalán y por su central madrileña— induce a pensar que el máximo interés personal de doña Alicia no es aclarar los hechos sino, más bien al contrario, sepultarlos bajo paletadas de silencio y olvido.
Sánchez-Camacho exhibe un perfil de indiscreción y ligereza incompatible con el liderazgo catalán del partido de Rajoy
En fin, la gradual e inexorable difusión del contenido de la charla entre las señoras Sánchez-Camacho y Álvarez está causando un daño irreparable a la imagen tanto interna como externa de la presidenta del PPC. Esta —según quienes han escuchado o leído aquel diálogo de sobremesa— aparece en él como una mezcla explosiva de frivolidad, imprudencia, arrogancia e irresponsabilidad; alguien capaz de atribuirse, por un lado, vara alta sobre ciertos policías y fiscales, y al mismo tiempo de formular gravísimas acusaciones contra algún correligionario hoy muy haut-placéen la estructura del poder estatal. Resumiendo: un perfil de indiscreción y ligereza que, en la séptima planta de la sede de Génova 13, se considera poco compatible con el liderazgo catalán del partido de Rajoy en unos tiempos tan cruciales como los que se avecinan.
Por otra parte, y a pesar de la vehemencia, de la agresividad verbal con que Sánchez-Camacho se ha empleado, a lo largo del curso político que ahora termina, en combatir todas las expresiones del proceso soberanista, no parece que esa sobreactuación, que el uso constante de términos tan enfáticos como “división”, “exclusión”, “sectarismo”, “intolerancia”, “ruptura”, “adoctrinamiento”, etcétera, le esté reportando grandes réditos demoscópicos.
En efecto, la encuesta de intención de voto divulgada por El Periódico a principios de junio atribuye al PPC, en unas próximas elecciones catalanas, una horquilla de escaños de 13-14 (5 ó 6 menos de los 19 que obtuvo el pasado noviembre), con Ciutadans pisándole los talones y en perspectiva de conseguir 12 ó 13 diputados. El más reciente barómetro del Centre d’Estudis d’Opinió, por su parte, refuerza la hipótesis de un sorpasso en el seno del españolismo: la intención de voto directa a C's más que dobla la del PP (5,1 % frente a 2,1 %), mientras que Albert Rivera es valorado casi un punto por encima de Sánchez-Camacho.
La gradual difusión del contenido de la charla está causando un daño irreparable a la imagen tanto interna como externa de la presidenta del PPC
Sí, claro que en esos datos también inciden las impopulares políticas del Gobierno de Rajoy, las salpicaduras del caso Bárcenas, etcétera. Con todo, resulta espectacular que, en el actual contexto de máxima bipolarización soberanismo-unionismo, el partido español por excelencia, el que acumula más poder desde 1977, se vea amenazado en Cataluña por una joven formación local huérfana de reductos institucionales.
Y luego están las leyes no escritas que rigen la historia moderna de la derecha española en Cataluña, cuyo funcionamiento ha sido siempre el de una delegación férreamente sometida a Madrid. Ningún líder catalán de AP-PP ha cumplido más de seis años en el cargo: Jorge Fernández Díaz (1987-1991), Alejo Vidal-Quadras (1991-96), Alberto Fernández Díaz (1996-2002), Josep Piqué (2002-07)… Así las cosas, no estará de más recordar que mañana hace justamente cinco años desde que, al dictado de Rajoy, Alicia Sánchez-Camacho fue investida presidenta del PPC.
Joan B. Culla i Clarà es historiador.


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