domingo, 21 de julio de 2013

Crear conocimiento y tecnología

Hoy ha venido a verme un físico de partículas, que se ha presentado como “un hijo del CSIC”. Quería detalles del mayo de 1980 en que su padre agarró un saco de dormir y se quedó a pernoctar en su centro de trabajo durante un par de semanas con el resto de sus compañeros. Ha sido emocionante y triste contarle que en esos días la Estación Experimental del Zaidín y el Instituto de Astrofísica de Andalucía decidimos encerrarnos tras explicar el porqué en los medios con un documento que llamamos La caótica.
Se iniciaba con un “ante la situación caótica que viene arrastrando el CSIC en los últimos años”... y denunciaba ausencia de una política científica, gravísimos problemas presupuestarios y crecimiento prácticamente nulo.
Yo era entonces una joven becaria combativa y entusiasmada por la ciencia que, tras terminar su tesis, hizo una estancia posdoctoral en Alemania y formó luego un pequeño grupo de investigación. Esto significa un esfuerzo constante por conseguir fondos para investigar, contratos para los miembros del equipo, colaboraciones internacionales, navegar entre la burocracia y ser una especie de mujer orquesta realizando también otras tareas con menos glamour. No soy una excepción; cambiando algunos datos, esta podría ser la trayectoria de una gran mayoría de esforzados investigadores del CSIC.
Repasando hoy con el joven físico los titulares que este periódico dedicó a la crisis del CSIC en los ochenta y lo que nos dedica actualmente me han parecido intercambiables. Desalentador. Pero mientras alguien escribe La caótica del nuevo milenio, los del CSIC seguiremos luchando por crear conocimiento y tecnología.— Matilde Barón Ayala.

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