lunes, 29 de octubre de 2012

¿Cómo se hará?

Agresiva? No, más bien una entrevista incisiva y clarificadora, donde ninguna pregunta de las que flotan en la atmósfera ha quedado en el tintero. Cuní se puso el mono de trabajo, ya que había mucho de que hablar, y el resultado es la estrategia definida que Artur Mas presenta a los ciudadanos de Catalunya en este momento histórico. Por mucho que el ruido electoral nos retorne a las mismas desconfianzas una y otra vez, el hecho es que Mas no ha podido ser más concreto. Y en los tiempos del pensamiento líquido y el tacticismo recurrente, líderes que tienen ideas fuerza y que no surfean en aguas turbias son muy de agradecer. En este sentido, no es que Mas no herede la ambigüedad pujolista, es que la ha dinamitado. La entrevista, pues, en 8tv entre Josep Cuní y Artur Mas fue una completa hoja de ruta de todo lo que ocurrirá si Mas y el conjunto del soberanismo sacan unos buenos resultados electorales. No quedó ninguna pregunta por hacer. No quedó ninguna pregunta por responder.

¿Y cuál es la hoja de ruta? El president la sustenta en cuatro patas éticas: proceso positivo, democrático, pacífico y con el pueblo como última voz. Es decir, nada de proclamaciones unilaterales en el Parlament: deben hablar las urnas. 

A partir de aquí, y gracias a la insistencia de Cuní, conocemos también el detalle del proceso en la medida en que se puede detallar un camino que, inevitablemente, esconde incertidumbres. Mas fue muy explícito: elecciones, formación del Parlament, Govern, mayoría soberanista e inicio del proceso. Y el proceso específico: negociación con España para un referéndum, aprobación de la ley catalana de consultas, ejercicio de esta ley si no se ha conseguido el referéndum, y petición de amparo a la Unión Europea si España intenta frenarlo todo, ley catalana incluida. Agotar todos los mecanismos legales es el axioma y, en última instancia, ampararse en el paraguas del derecho internacional. Y, según Mas, no hay recovecos, ni ninguna posibilidad de detener este proceso con negociaciones a la baja. La eterna desconfianza, pues, de que Artur Mas será un hombre que temblará al final del camino quedó, en su propia boca, totalmente descartada.

Incluso cuando Cuní le habló de determinados poderes fácticos que podrían estar en contra e intentar detenerlo, la respuesta del president fue brutal: "¿Usted cree que me habría puesto a liderar este proceso si estuviera pendiente de las opiniones de determinada gente que no eran diferentes hace unas semanas a las de ahora? (...) Si me pudieran parar, ya me habrían parado". Y añadió que, a pesar de los miedos y los recelos, todos ellos le han mostrado un gran respeto. Y así culminó una entrevista que no deja espacio para los equívocos. Artur Mas ha depositado todo su capital político en favor de un proceso que quiere cambiar la historia de los últimos 300 años de Catalunya. No hay marcha atrás.

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