jueves, 16 de mayo de 2013

La recesión echa raíces


La eurozona sigue en recesión. Son ya seis trimestres consecutivos, el periodo más largo de contracción del crecimiento desde que nació la moneda única. El PIB del área se contrajo en un 0,2% en el primer trimestre de este año comparado con el anterior, cuando también decreció en un 0,6%, según confirma Eurostat, la oficina estadística europea.
La recesión no solo se produce en las economías consideradas periféricas, sino que es dominante en Holanda, Finlandia y Francia. Alemania solo ha crecido un 0,1% en los tres primeros meses del año. Si las políticas económicas no cambian significativamente, la eurozona seguirá anclada en el decrecimiento, con las consiguientes dificultades para reducir el desempleo —también en máximos—. En tiempos de paz, nunca antes fueron tan significativas las pérdidas de bienestar de la población y la ampliación de las desigualdades en la distribución de la renta. La consecuencia es la desafección a las instituciones comunitarias.
No faltan razones. A pesar de que son ya seis años de crisis, las decisiones de las autoridades comunitarias y de los Gobiernos más influyentes, con Alemania a la cabeza, siguen sin encontrar la fórmula del crecimiento. La consolidación fiscal a ultranza, lejos de fortalecer los fundamentos de las economías de la eurozona los ha debilitado. Ha erosionado el crecimiento potencial y no ha frenado el problema de los desequilibrios en las finanzas públicas de las economías periféricas. De poco parecen servir las advertencias del FMI o de una amplia mayoría de economistas sobre la inconveniencia de aplicar de forma simultánea y en la práctica totalidad de las economías de la eurozona restricciones indiscriminadas en todo tipo de gasto e inversión pública, e incluso elevar los impuestos.
La política monetaria, por su parte, no ha compensado sino muy tardíamente y de forma tímida la contracción del crecimiento originada por las políticas de austeridad. Todavía hoy el Banco Central Europeo sigue analizando posibles decisiones destinadas a reducir la asfixia financiera que sufren las pequeñas y medianas empresas en las economías del sur, tras haber comprobado que sus rebajas de tipos de interés no se transmiten de forma correcta a las economías de la eurozona: empresas equivalentes soportan condiciones financieras mucho más onerosas en España o Italia que en Francia o Alemania. La mortalidad empresarial es mucho más elevada en las economías del sur que en el resto de la eurozona.
No es precisamente un cuadro económico que favorezca la recuperación de los sistemas bancarios, y alimenta la presunción de que podría ser necesario volver a capitalizarles con aportación de los contribuyentes. Ante la falta de estímulos inmediatos a la demanda, la persistencia de la contracción del crecimiento, las elevadas tasas de desempleo y la fragilidad bancaria pueden llevar a algunas economías, como la española, a una depresión en toda regla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario