martes, 7 de enero de 2014

Las cínicas confusiones verbales

Uno de los artículos más conocidos de George Orwell se llama Política y lengua inglesa (1946) y es, casi, de obligada lectura para políticos y periodistas británicos. Orwell creía que el caos político está siempre ligado a la decadencia de la lengua y que se podía aportar alguna mejora a la política a partir de la claridad verbal. Criticaba la “falta de precisión” y las “imágenes estancadas”. Como Orwell era un periodista de principios del XX, estaba acostumbrado a expresarse con un punto de robustez: “El lenguaje político está diseñado para hacer que las mentiras suenen verdaderas, y el asesinato, respetable, y a dar apariencia de solidez al puro viento”. Conste que Orwell no tenía mejor opinión de los periodistas: “Los periodistas ingleses no aceptan que se les soborne: lo hacen gratis”.
Orwell incluyó en su famoso artículo cinco ejemplos, con los que ilustró los “vicios mentales” que padecen los políticos. Sería curioso examinar con ese punto de vista la rueda de prensa que dio el presidente del Gobierno para ofrecer un balance de 2013. Como diría Orwell, o Rajoy tiene una idea en la cabeza pero no puede expresarla (caso A), o dice inadvertidamente otra cosa de la que pretende decir (caso B), o le es completamente indiferente que sus palabras tengan algún significado (caso C).
Pregunta relacionada con la llamada al consenso en el discurso del Rey: “Lo escuché, sí, en Pontevedra. Ahí estaba yo. Pero permítame una reflexión. En relación a los cambios constitucionales de los que mucha gente habla, déjeme decirle que el cambio constitucional más importante que se está produciendo en España, y parece que no nos damos cuenta, es Europa” (…). “Ahí es donde se está produciendo de verdad un cambio constitucional de primera magnitud (…). Fíjese lo que es el pacto fiscal [obligación de someter los presupuestos a la Comisión Europea antes de llevarlos al Parlamento nacional], fíjese lo que son los acuerdos contractuales [obligaciones que contrae un Gobierno que pide ayuda, todavía en discusión en Bruselas]. Ahí se está cambiando la Constitución (…). Por lo tanto, la apelación a hablar [se supone que formulada por el Rey] está muy puesta en razón y a mí me parece estupendo”.
Dudas: ¿quería realmente Rajoy respaldar a quienes denuncian que la Constitución española está siendo cambiada, con reformas de enorme magnitud, a espaldas del Parlamento y de los españoles? ¿Se reía del Rey?
Preguntas sobre el contenido de la nueva ley del aborto. Primera: “La ley a la que usted ha hecho referencia regula la actuación de manera equilibrada, en la línea de lo aprobado en 1985”. Segunda (respecto a si se podría recuperar al tercer supuesto incluido en la ley de 1985): “Eso es tema del Parlamento”. Tercera: sobre la posibilidad de que, como presidente del PP, deje libertad de voto a los diputados populares: “Sobre eso ya he hablado suficientemente”. Dudas: ¿de qué “actuación” hablaba? ¿Se reía de los periodistas?
Pregunta sobre la inspección a que ha sido sometida la sede de su partido y las quejas del juez por la falta de colaboración: “El PP colabora siempre con la justicia, respeta siempre las decisiones de los tribunales y hará todas las modificaciones legales necesarias para impedir situaciones indeseables en nuestro país”. Duda: ¿a qué viene aludir a “nuestro país”? ¿No se estaba hablando del PP? ¿Se reía del juez?
Pregunta sobre la posibilidad de convocar un referéndum sobre Cataluña, pero en toda España: “Yo no hablo de ningún referéndum. Lo que digo yo es que lo que sea España lo tiene que decidir el conjunto de los españoles”. Duda: ¿es completamente indiferente Rajoy al significado de las palabras? Duda final: ¿el presidente del Gobierno termina las ruedas de prensa comentado a su asesor: “No sé ni lo que he dicho, pero ni falta que hace, porque el cinismo es esencial en mi política”, o padece idéntica confusión verbal en su vida privada?
solg@elpais.es

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