martes, 7 de enero de 2014

Empleo escaso y selectivo

Si las previsiones de crecimiento para 2014 se cumplen, España no creará mucho empleo. Y este tendrá lugar en aquellos sectores más abiertos internacionalmente, en las empresas que están compensando la debilidad de la demanda nacional con ventas al exterior. La recuperación del consumo doméstico no será suficiente para que las empresas decidan aumentos significativos en la contratación. En realidad, muchas procurarán mantener las ganancias de productividad de los últimos años, al menos hasta que perciban que el repunte en sus pedidos cobra la suficiente permanencia. Esa búsqueda de la eficiencia ampara la demanda de mayores cualificaciones de los candidatos, sin que pueda esperarse compensaciones salariales acordes con las vigentes en los años anteriores a la crisis. A tenor de las informaciones de los mediadores, esos empleos seguirán caracterizados por una mayor flexibilidad contractual como la concedida por la última reforma laboral. Eso significa mayor número de contratos a tiempo parcial y, desde luego, mayor temporalidad: mayor precariedad, en definitiva. La destrucción de puestos de trabajo puede atenuar su crecimiento a costa de un menor número de horas trabajadas.
Entre los perfiles de las nuevas contrataciones en 2014 dominarán los orientados a la acción comercial de las empresas, los ingenieros y aquellos con cualificaciones en tecnologías de la información y la comunicación (TIC). La exigencia de habilidades comerciales será extensiva a buen número de nuevas contrataciones, con independencia de la profesión de los contratados. Es el lógico reflejo de la obsesión por incrementar las ventas en un mercado con demanda muy por debajo de sus mejores momentos.
Quizá la consecuencia más explícita del menor poder de negociación de los trabajadores será la persistencia de salarios relativamente reducidos, también en los nuevos empleos. Así se acentuará la diferencia salarial entre los ocupados y los nuevos empleados en las mismas posiciones, dentro incluso de las mismas empresas. La desigualdad en la distribución de la renta se acentuará, desde la ya amplia brecha creada desde el inicio de la crisis. No solo la cualificación en el seno de los colectivos laborales será uno de los determinantes de esa ampliación de la desigualdad, sino también la mayor participación de los beneficios empresariales en la distribución global. La congelación del salario mínimo es una señal de esa clara subordinación de la evolución de las rentas del trabajo a la más perentoria incentivación de las nuevas contrataciones.
Con todo, la esperanza de un ascenso significativo en la creación de empleo dependerá fundamentalmente de que las empresas encuentren incrementos en la demanda. Y esta no está garantizada. El comportamiento de las exportaciones ha dejado de tener la pujanza de los dos años anteriores, consecuente con el menor crecimiento en las economías que son nuestros principales socios comerciales. La demanda interna, por su parte, sigue siendo tributaria del elevado desempleo, la reducción de salarios y, no menos importante, el elevado nivel de endeudamiento que mantienen los hogares españoles, pese a su reducción en los últimos años. Por ello, cualquier conjetura sobre la cuantía y composición del empleo deberá contar con que en Europa la orientación de las políticas económicas se enfoque decididamente al estímulo de la demanda.


No hay comentarios:

Publicar un comentario