jueves, 1 de agosto de 2013

Qué hay de lo mío

Una serie de datos heterogéneos permiten deducir, con prudencia, que las vacaciones de agosto se inician con una leve tendencia al alza de la economía española. La prima de riesgo (alrededor de 300 puntos básicos) es estos días la mitad de la del año pasado, aunque superior a cómo la dejaron los socialistas. El Banco de España dice, con carácter provisional, que nuestra economía sigue en recesión (reducción del PIB en un -0,1% en el segundo trimestre), pero la caída es menor que un trimestre antes. La Fundación de las Cajas de Ahorros corrobora esta tendencia: la recesión está tocando fondo, aunque la recuperación “será lenta”.
Y, sobre todo, la Encuesta de Población Activa ha dado una buena alegría: 225.000 parados menos. Ya no son “más” de seis millones, sino “casi seis millones” los sin empleo. Aunque —la alegría en la casa del pobre dura poco— hay menos personas con contrato indefinido, por mor de la espantosa reforma laboral. Lo contrario de lo que pretendía.
Hay otros datos, relativos al pasado inmediato, más críticos. La recesión es menor por la pujanza de las exportaciones, pero la demanda interna y el consumo de las familias siguen a la baja. La Encuesta de Presupuestos Familiares del año 2012, recientemente publicada, muestra que el gasto medio por hogar fue un 3,4% menor que un año antes; que el vestido, el calzado, el ocio y la cultura o el equipamiento del hogar son los mayores paganos de la crisis. Y, lo que es muy importante, que en los hogares en los que el sustentador principal (la persona que más aporta al presupuesto común) está en paro, el gasto se situó un 32% por debajo de la media, lo que permite deducir situaciones de pobreza y exclusión.
Si fuese cierto que la recesión toca fondo, es legítimo que la gente se pregunte cuándo mejorará su situación
Si fuese definitivo que la eurozona (la principal zona de comercio con España) vuelve al terreno del crecimiento, y que la recesión española terminará en octubre aunque la recuperación sea tan lenta como pronostican todos los institutos de coyuntura, la “flor de invernadero” (Luis de Guindos) de la mejora económica permitirá, con todo tipo de prudencia, un nuevo tipo de cuestiones: ¿qué hay de lo mío? Cuándo y cómo se podrá recuperar parte de lo perdido en empleo, en protección al paro de larga duración, en servicios sociales correspondientes al Estado de bienestar, en renta disponible, toda vez que la distribución de los sacrificios relacionados con la crisis económica han estado muy desigualmente distribuidos.
Si poco a poco, pero de modo continuo, como dice el Gobierno, se ve un cambio de tendencia a mejor, el miedo a perder el puesto de trabajo, a la inseguridad económica, a quedarse atrás en una distribución de la renta y de la riqueza cada vez más regresivas, a no controlar las condiciones de la vida cotidiana, se verá sustituido por un aire de exigencia y de reivindicación. Lo que ocurre es que, aún, esa posibilidad es una ucronía. Habrá que esperar a ver si la coyuntura se asienta.


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