lunes, 18 de marzo de 2013

Torturas en Irak


El vídeo difundido por EL PAÍS sobre las agresiones de tres soldados españoles a dos detenidos iraquíes, presenciadas por otros militares, constituye una mancha en el uniforme de un Ejército cuyo despliegue en misiones fuera de España ha dado poco que hablar en términos negativos y ha aportado una sensación general de buen hacer. La vesania con que fueron pateados dos de los detenidos en Diwaniya, la base principal de las tropas españolas en Irak, exige un completo esclarecimiento de las circunstancias en que se produjo la terrible escena, cuyos autores deben ser severamente castigados.
Dentro de la desgraciada historia que supuso la invasión y ocupación de Irak, las torturas inferidas por el Ejército norteamericano, desde Abu Ghraib a Guantánamo o las cárceles secretas de la CIA, contaron con el amparo de la Administración de su país tras las órdenes presidenciales de George W. Bush, posteriores a los ataques del 11-S, en la que se dieron instrucciones para la lucha contra el terrorismo. La diferencia es que el mando militar español sí invocó la Convención de Ginebra IV y protocolos adicionales al impartir instrucciones sobre el trato a prisioneros. Por eso el vídeo conocido ahora añade inquietud respecto a los datos parciales que ya se sabían sobre la existencia de un centro de detención en la base española en Irak.
Los ciudadanos tenemos todo el derecho a conocer qué sucedió con estos dos arrestados, así como con varias decenas más que pasaron por las celdas de Base España. Las brutalidades cometidas por un puñado de soldados no cuestionan a los casi 5.000 militares españoles que pasaron por Irak en las diversas fases del despliegue y los 130.000 que han participado en las diferentes misiones en el exterior. Pero aclarar a fondo los episodios oscuros es una obligación de España, no una opción.
fuentes http://elpais.com/elpais

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