miércoles, 23 de abril de 2014

Asesores partidistas

La Comisión Europea tuvo ayer que desmentir de nuevo la especie de que una separación de Cataluña respecto de España no supondría también su exclusión de la Unión Europea. Lo hizo con hartazgo, al señalar que “lleva meses e incluso años” reiterando que un territorio que se segregase de un Estado miembro pasaría a ser un “país tercero” al que no se le aplicaría el Tratado de la Unión Europea (TUE).
Bruselas desautorizaba así un texto del Consejo Asesor para la Transición Nacional que asesora a Artur Mas, más político-propagandístico que jurídico: cada vez que el llamado “proceso” soberanista atraviesa un revés, aparece un texto de este organismo para alentarlo, y ahora para fabricar la campaña electoral europea de su patrocinador. Y que ilustra su decantación hacia el partidismo en lugar de hacia la asesoría, si no neutral, al menos objetiva: cada uno de sus informes es de peor calidad que el anterior.
En este caso, es deficiente porque ningunea la posición del Ejecutivo comunitario, negándole categoría interpretativa o considerándola sorteable mediante maniobras de “flexibilidad” política: la flexibilidad se emplea para completar la norma, no para reemplazarla o inventarla. Los redactores del informe parecen ignorar que la Comisión es laguardiana de los Tratados, la institución que “velará por que se apliquen” y que “supervisará la aplicación del Derecho de la Unión” (artículo 17 del TUE). Como olvidan que la Unión es una comunidad de derecho, en la que impera la ley y que esta no puede forzarse a capricho de los políticos, contra lo que reclaman.
Los desatinos del informe son cuantiosos. Minimiza el artículo 4 del TUE que obliga a respetar y “garantizar” la integridad de los Estados (y no, como inventa, a permanecer neutral entre sus defensores y los contrarios); menosprecia que las partes contratantes del Tratado sean los Estados firmantes y nadie más; e ignora la existencia de los artículos 52 del TUE y 355 del texto hermano que explicitan el ámbito de aplicación de los Tratados. Por eso sostiene que la ausencia de una cláusula aún más rotunda antisegregación que la del artículo 4 constituye un “vacío” que rellena al gusto del patrón con una serie de “escenarios” probables —o sea, ficticios— siempre favorables al independentismo.
Entre sus errores de bulto en el uso de comparaciones olvida que el ingreso de los alemanes orientales a la UE estaba ya previsto en la Constitución de la RFA y que la apertura de negociaciones de Bruselas con Kosovo para un acuerdo de asociación no es precedente alguno para uno de integración: también Franco y los militares turcos obtuvieron acuerdos preferenciales. Peor: el informe relativiza con contumacia el requisito de unanimidad de los socios en la secuencia de admisión de nuevos Estados miembros. Y da verosimilitud a alternativas a la UE tan estrafalarias como la de apuntar Cataluña a la EFTA (Acuerdo Europeo de Libre Comercio): como si los sucedáneos fracasados fueran mejores que los originales validados por la historia.
fuenteshttp://elpais.com/elpais/2014/04/15/opinion/1397588491_996600.html


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