domingo, 28 de septiembre de 2014

Astucia

No es sólo inquietante esa apelación de Mas a la astucia como manera de afrontar el futuro; es una estrategia, un programa político y una forma de pensar que acerca la política a la ficción de House of cards, la serie que con tanto lujo protagonizó Kevin Spacey. En esta gozosa reconstrucción televisiva de las maldades que subyacen en el ejercicio (y en la búsqueda) del poder, todo era consecuencia de la astucia, alimentada a veces con costillas de un bar de mala muerte donde Frank Underwood comía como dios. Fatalmente, hasta el bar de mala muerte fue luego víctima de la astucia de Underwood.
Ya se sabe para qué le ha servido a Mas la astucia como modo de empleo del tiempo. Pero, aparte de eso, de esa estrategia de la migraña que puso en marcha para volvernos locos a todos con el manejo del tiempo y sus agujeros negros, la astucia ha sido también un modo de animar a los suyos a pensar que tenía un plan secreto. Esa manera de actuar, insinuando antes de dar, e insinuando que va a seguir insinuando, es la parte más visible de la astucia. Lo raro en un personaje así, acostumbrado a amagar y a decir que no está amagando, es que emita la palabra astucia, que la declare. Pues los astutos suelen ser cautos en la oratoria, como los loros mudos, que siempre parecen más listos porque no dicen ni mu.
Pero Mas habló, dijo astucia. Ya ven en qué consiste el plan B, en aplicar la astucia para marear al contrario.
Audacia, una palabra muy deportiva que en política revela que estás dispuesto a espectáculos de riesgo
No fue la única palabra que escuché estos días que me llamó la atención como parte del programa político, e incluso ideológico, de los políticos españoles. El lunes escuché a Alberto Garzón, joven aspirante de IU a ejercer el poder cuando le toque, decir que había que aplicar la audacia en el momento actual de su formación política, y que la audacia le servirá para acercarse a otros si es preciso. Otros son Podemos. Audacia es una palabra selvática, muy de Tarzán; se usa también para saltos de pértiga; en general es una palabra muy deportiva; en política revela que estás dispuesto a saltos mortales o a espectáculos de riesgo. Me resultó llamativa dicha por Garzón, que habla pensando que cada palabra se la van a leer o a escuchar con lupa los suyos y los otros porque cada movimiento te sitúa en el lado de allá de ti mismo.
Y finalmente hemos leído todos que Podemos no quiere desgastar su marca, y han dicho “marca”, precisamente, para explicar sus reservas. Esa dichosa palabra figura en el vademécum contemporáneo gracias al comercio; imagino que Pablo Iglesias y sus compañeros no habrán querido parecerse al Corte Inglés o a Nike, pero han hablado como ellos: quieren preservar su marca, no quieren contaminaciones. Pues se han contaminado de marca diciendo marca. No rectificaron luego, de modo que deben estar pensando que, en efecto, son una marca y que como tal han de preservarse, con astucia, sin mancharse, al contrario de lo que celebraba Gabriel Celaya como parte del compromiso: “Maldigo la poesía del que no toma partido, partido hasta mancharse”.
Todas son variantes de la astucia. Mientras tanto, mientras se decía todo eso, estaba en marcha la gran astucia, el House of cards más próximo: la fulminante defenestración de Alberto Ruiz Gallardón, el hombre al que equivocaron de ministerio para ir limando del todo su marca, su audacia y su astucia.
fuentes http://elpais.com/elpais/2014/09/26/opinion/1411723950_345173.html

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